La faceta de la grabadora de Roser Bru, protagonista de su primera exposición post mortem
EFE/ Elvis González




Santiago de Chile.

Por primera vez tras el fallecimiento de la artista chileno-española en 2021, a los 98 años, la Fundación Roser Bru abrió al público la colección de su obra en una muestra que explora su faceta como grabadora, menos conocida pero muy prolífera con más de 800 obras.

La exposición ´Roser Bru de Norte a Sur´ con la que se estrena la Fundación, creada hace seis años por la propia pintora, exiliada republicana que llegó a Chile en septiembre de 1939 a bordo del barco Winnipeg.

Recoge 43 grabados elaborados entre la década de los años 50 y hasta los 2000 con distintas técnicas y temáticas. 

“Esta no es cualquier muestra, es la primera de la Fundación post mortem, pero además es la exposición que acompaña a la conmemoración del centenario de Roser Bru (Barcelona 1923 - Santiago 2021)”, explica a EFE la nieta de la pintora y grabadora, Amalá Saint-Pierre Aguadé.

La colección es fruto de más de cinco años de trabajo familiar para elaborar un inventario, catalogar las creaciones de Bru y “sacarlas” hacia el público, añade Saint-Pierre, cofundadora y gestora cultural del ente artístico.

"El grabado, una revelación"

Elaborados con distintas técnicas como el buril, el aguafuerte, la aguatinta, la litografía, la serigrafía y la xilografía, los grabados han sido editados por distintos sellos, especialmente el Taller 99, del que Bru fue parte desde sus inicios en 1956 hasta su muerte. 

Agna Aguadé, hija de Bru y cofundadora de la Fundación, recalca a EFE la importancia del grabado para su madre: “Fue una revelación cuando lo descubrió, se le abrió todo un mundo porque conoció mucha gente”.

Los días que iba al Taller 99, el primer espacio dedicado al grabado de Chile que se convirtió en la gran escuela del país, “eran sus favoritos”, recuerda. “Se preparaba feliz para ir y la llamaban ‘Reina Madre’ porque era una maestra para ellos”, añade.  

  • Entre los grabados expuestos, se encuentra parte de la serie ´Made in Spain´ (1966) recientemente adquirida por el Museo Reina Sofía de Madrid. 

Su evolución

La evolución de su obra, comentó a EFE la curadora de la exposición, Inés-Olga Márquez, “no es tanto técnica como conceptual”.

Para la investigadora, “tanto en el grabado como en la pintura, las mismas temáticas: son temas recurrentes, que la preocupan, hasta la obsesionan y su evolución va con los tiempos, según las circunstancias políticas del momento, lo que ella va viviendo”.

Cuando vuelve a España, después del exilio chileno, pinta paisajes catalanes, “el retorno a los olivos”, dice Márquez; luego vuelve a Chile y se nutre de la familia, el entorno, los hijos, la secuencia vida-muerte y la descendencia, añade. 

  • En la etapa del Gobierno de la Unidad Popular, presidido por el socialista Salvador Allende (1970-1973), “se entusiasma por un mundo mejor, más abierto, solidario”, apunta la curadora, y es cuando utiliza la serigrafía, “con todo su colorido y viveza de imágenes”, precisa.

El golpe de Estado de Augusto Pinochet y la dictadura posterior (1973-1990) –continúa la experta– provocaron una convulsión enorme” en su obra. “Pasa del colorido y la viveza a un cambio estético brutal que ella mimetiza y fusiona con sus recuerdos históricos de la Guerra Civil española”, señaló.

Finalmente, con el retorno de la democracia, “su obra se sosiega de nuevo”, vuelve a utilizar los temas más recurrentes: “Hay dos ejes temáticos fundamentales que atraviesan prácticamente toda su obra: la mujer y la memoria”, resume Márquez.

Una muestra descentralizada

La exposición, que se puede ver en la Fundación Cultural de Providencia, barrio capitalino originario de la artista, ha recorrido todo el país durante 2023, año de su centenario, con paradas en las ciudades de Iquique y Antofagasta, en el puerto de Valparaíso, y en las sureñas Talca y Concepción.

“Este proyecto se pensó en términos curatoriales, materiales, expositivos y logísticos para partir en regiones, circular por todo el país de norte a sur –como dice su título– y concluir en Santiago, capital y ciudad donde ella vivió y trabajó toda su vida”, apuntó su nieta.

El director de la Fundación Cultural de Providencia, Jorge Andrés González, destacó la relevancia de la figura de Bru que –dijo– “irradió su arte” desde el barrio “que la vio llegar y crecer” en el exilio.

  • Tras abandonar España a bordo del Winnipeg, en un largo viaje que este año cumple el 85º aniversario: “Fue como una niña símbolo de este barco”, opina su hija. 

Bru participó en numerosas exposiciones individuales y colectivas en Chile y el extranjero, y fue reconocida con cerca de 30 premios.

Entre ellos el Premio Nacional de Artes Plásticas (Chile, 2015), la Medalla de Oro de las Bellas Artes (España, 2018), la Medalla Creu de Sant Jordi (Cataluña, 2020) y el Premio Academia Chilena de Bellas Artes (2010), entre muchos otros.