<app-location-line>Willemstad, Antillas Holandesas.</app-location-line>
<app-viewer-slugs></app-viewer-slugs>
Cuatro generaciones de los Cordero han cruzado 100 km de mar entre Venezuela y Curazao para vender frutas y verduras en el emblemático mercado flotante de Willemstad, que se recupera en los últimos meses después de cuatro duros años de cierre de fronteras.
- "Tenemos lo mejor de lo mejor", dice uno de los vendedores a una mujer curazoleña que pregunta por el precio de los aguacates, mientras una pareja de turistas camina en el malecón y observa con curiosidad el colorido mercadillo.
"Fue muy duro. Mucha gente depende de esto", comenta René Cordero, de 32 años, al recordar los días de cierre.
"La reapertura fue una muy buena noticia para todos, venezolanos y curazoleños, porque crea fuentes de ingresos para todos".
Tal como su padre, su abuelo y su bisabuelo, René hace vida en este pintoresco mercado -fijo en las guías turísticas de Curazao junto a los edificios multicolores de estilo colonial de Willemstad y sus playas-, que progresivamente recupera su normalidad.
Las fronteras de Venezuela con Curazao, Aruba y Bonaire, islas en el Caribe pertenecientes al Reino de Países Bajos como países autónomos, fueron cerradas por orden de gobierno de Nicolás Maduro en 2019 y reabiertas en abril de 2023.
Curazao había recibido alimentos y medicinas enviadas por Estados Unidos como "ayuda humanitaria" solicitada por el líder opositor Juan Guaidó, reconocido entonces como "presidente encargado" de Venezuela por la Casa Blanca en una fallida ofensiva para desplazar a Maduro del poder.
- La crisis diplomática significó una pausa para este mercado que comenzó de la mano de la refinería que opera en Curazao, fundada en 1918. Más demanda de alimentos, más dinero, y una oportunidad para poblaciones en Venezuela pasando el Caribe.