Ankara, Turquía.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan saca partido de la crisis con Estados Unidos para ganarse a la población frente a sus crecientes problemas económicos, estiman analistas y fuentes diplomáticas.
Hace ya varios meses, mucho antes de que Estados Unidos empezara a imponer sanciones a Ankara, lo que precipitó la caída de la lira, los economistas advertían de un riesgo de calentamiento de la economía turca.
Cuando la lira se desplomó hace dos semanas, Erdogan denunció un "complot" para poner al país "de rodillas". La semana pasada llegó a hablar de "golpe de Estado económico".
"Erdogan no quería que la crisis con Estados Unidos llegara tan lejos, pero se vale de ella", recalca Soner Cagaptay, investigador del Washington Institute of Near East Policy.
Le permite "asociar la crisis económica en Turquía, que es el resultado de sus políticas, con las sanciones estadounidenses", añade.
La divisa turca perdió casi el 40% de su valor en lo que va de año, y casi el 20% durante el último mes.
Se debe principalmente a la preocupación de los mercados por las políticas económicas de Ankara y el creciente control de Erdogan sobre la economía.
Cuando el 10 de agosto Turquía anunció que duplicaba los aranceles sobre el aluminio y el acero estadounidenses, la lira cayó un 17% frente al dólar en un solo día y poco a poco se ha ido recuperando.
Según una fuente diplomática europea que pidió el anonimato, esta "reacción alocada" se debe a las debilidades estructurales de la economía turca y a la desconfianza general de los mercados.
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- Dólares quemados -
"Minimizando" la responsabilidad del gobierno, el discurso de Erdogan apunta a "consolidar el apoyo popular en tiempos de crisis económica", considera Sinan Ülgen, presidente del Center for Economics and Foreign Policy (Edam).
La retórica del jefe del Estado prende en un país con una fuerte animosidad contra Washington. Según un sondeo del Center for American Progress publicado al comienzo del año, sólo el 10% de los turcos tenía una buena imagen de Estados Unidos.
Una opinión negativa reforzada por los desacuerdos entre Ankara y Washington, y en particular la oposición de Estados Unidos a extraditar al predicador Fethullah Gülen, considerado por Erdogan el cerebro de la intentona golpista contra él en julio de 2016.
Gülen niega estar implicado en este fallido golpe de Estado. El hecho de que resida en Estados Unidos lleva a muchos turcos a pensar que Washington está detrás de la intentona golpista.
En vídeos difundidos en las redes sociales desde hace unos días se ve a turcos quemando dólares o rompiendo con hachas unos iPhones después del llamamiento de Erdogan a boicotear los productos electrónicos estadounidenses.
Y el lunes hubo disparos contra la embajada estadounidense en Ankara, un hecho condenado por el gobierno turco.
- "Los verdaderos culpables" -
La firmeza de Trump contra Ankara ayuda a Erdogan a ocultar "los verdaderos culpables de la situación económica" en Turquía, estima la fuente diplomática europea.
"Hay solo uno", asegura. Se refiere a la negativa de Erdogan a una subida importante de los tipos de interés del banco central.
Los mercados lo vienen pidiendo por dos motivos principales: la creciente inflación (casi 16% en julio) y la volatilidad de la lira. Y un tercero: el nombramiento en julio del yerno de Erdogan, Berat Albayrak, al frente del ministerio del Tesoro y Finanzas, al que reprochan su inexperiencia.