Ciudad de México.
El espectáculo de ballet 'Despertares' vuelve a México dos años después de la mano del mejor bailarín del planeta, el mexicano Isaac Hernández, que explica este domingo a EFE al subrayar que es único por ofrecer "la mayor variedad" de artistas en "una sola noche".
Preguntado sobre por qué es el evento más grande de esta disciplina, responde:
"Porque es el único espectáculo que tiene como propósito ofrecer la mayor variedad posible de artistas y de contenido en una sola noche".
El 23 de agosto a las 20:30 (02:00 GMT), el Auditorio Nacional de la Ciudad de México se vestirá de gala para recibir a cerca de 50 bailarines de 20 países diferentes en un formato sin parangón en el panorama artístico.
"Las compañías de ballet, obviamente, tienen más de 50 artistas en escena, pero ningún formato de galas, de repertorio mixto, llega a atraer a este número y a esta calidad de artistas", afirma.
Hernández señala que lo que le "entusiasma" más de 'Despertares', que nació en 2011, es esta profesionalidad, pues asegura que, cuando era pequeño y asistía a espectáculos de danza, "salía siempre frustrado".
"Me parecía que menospreciaban mucho al público porque todas las compañías venían con la idea de que, en México, no saben de ballet", lamenta.
En su opinión, esta dinámica terminó cuando él empezó a dirigir su propia obra, pues "exigía a los bailarines su mejor versión" encima del escenario.
El mejor del mundo
Hernández, hijo de padres también bailarines, nació en 1990 en Guadalajara, capital del occidental estado de Jalisco, y, desde entonces, el ballet ha formado parte de su vida.
"A los ocho años empecé a hacer competencias nacionales, después internacionales y me fui dando cuenta de que había pocos mexicanos en la escena internacional", relata.
- Los viajes eran su pan de cada día hasta que, al cumplir 18 años, se fue a Estados Unidos, al San Francisco Ballet, donde dos años después fue ascendido a bailarín solista.
A partir de aquí, comenzó a recorrer y a instalarse en otras ciudades del mundo, así como formar parte de centros con gran reconocimiento.
"Empiezo a construir una carrera única precisamente por mi ambición profesional", reconoce Hernández, que pone en valor su "curiosidad" tanto para conocer nuevos estilos como entornos dónde trabajar.
Algo muy difícil ha sido "consolidar" la consideración de "niño prodigio" que recibía de pequeño porque requiere de "saber balancear" distintos elementos, como la "demanda física", el estado de ánimo y las decisiones a tomar para llegar a la meta.
En 2018, obtuvo el Benois de la Danse, considerado el galardón supremo en el ballet, que lo convirtió en el mejor del mundo.
"Es un premio que muchos grandes bailarines terminan su carrera sin haberlo recibido. Entonces, me siento afortunado de haberlo vivido como bailarín profesional", sonríe.
El ballet, "un refugio"
El mexicano considera el ballet "un refugio" por dos elementos esenciales: ante la incomprensión que parte de la sociedad expresaba hacia su disciplina y para "construir" su vida.
Relata que, de niño, había escuchado comentarios sobre "llevar mallas de mujer para bailar", pero gracias al apoyo de sus padres y a la madurez que, con los años, adquirió, hizo frente a los prejuicios.
"Cuando vivía una situación como esta, siempre invitaba a los niños a que me vieran bailar o les trataba de enseñar a hacer una pirueta, una cargada con alguna bailarina...", señala.
Por contra, lo que sí le afectó fue ver personas que "no tenían esta red de apoyo" y que "dejaban de bailar porque sus papás querían que hiciesen algo serio con su vida".
"Necesitamos que haya más personas que estén dispuestas a hacer lo que les apasiona y les hace feliz", opina.
Desde su partida a Estados Unidos, hace más de quince años, ha observado cómo México ha evolucionado tanto socialmente como en la profesionalización del ballet, unos rubros donde 'Despertares' ha sido importante.
"Hemos logrado posicionar el ballet en otro ámbito de la sociedad, donde hay miles de personas que confían en un espectáculo de danza como su forma de entretenimiento", concluye.
Enric Sitjà Rusiñol