Ocotlán, Jalisco

Es un tiempo de reflexión. Aquí el pensar está orientado al análisis, a lo hecho. A lo sentido, a lo que se programó y se vivió. A lo que se siente, a lo que se vive como tal. A eso que genera emociones, a lo que trae recuerdos y ocasiona múltiples sensaciones. 

Es un tiempo especial. En donde las valoraciones del ser se constituyen en el epicentro del pensamiento. Es una invitación a valorar lo que uno es y lo que ha realizado a través de su persona. En ese hacer se han expresado los anhelos y también los valores. 

Es un tiempo para agradecer. El andar lo requiere, es que la apreciación de lo que se vive está amparada por esa actitud tendiente a dar las gracias. Su influencia determina la dimensión con que se vive. 

Es un tiempo para preguntarse una vez más por aquello que uno siente la necesidad de dar respuestas. Atreverse a hacerlo es iniciar un camino de aceptación, de comprensión, de compromiso. 

Es un tiempo para comprender la grandeza del vivir, la belleza que reside en cada ser, la vitalidad que emana día a día y la constante vocación por servir.

Es un tiempo para compartir con los seres queridos, para disfrutar de los afectos, para apoyarse, comprenderse y quererse. Es un tiempo que sostiene a todos los tiempos.

Por Marcelo Pedroza