Ocotlán, Jalisco
Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a Mayra Telumbre, tía de Christian Alfonso Rodríguez Telumbre, uno de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa. La conocí en una de sus muchas caminatas por el país exigiendo justicia y la aparición con vida de su sobrino y de todos los estudiantes desaparecidos. Tuve oportunidad de conversar con ella, comer juntas y mirarle de cerquita a los ojos; me llamó la atención la profundidad y tristeza de su mirada.
Después leí su propia historia escrita por Tryno Maldonado (SurAcapulco), en una sección que habla sobre las Mujeres de Ayotzinapa. Ella se presenta en primera persona: “Soy Mayra Telumbre. Soy tía de Christian Alfonso Rodríguez Telumbre. Tengo veintiocho años. Soy de una comunidad que se llama La Estacada, en Tixtla, Guerrero. Vivía en el estado de Morelos, trabajaba en una estética. Mi vida era allá. Mi vida era trabajar para ayudar a mi familia. Esa era mi vida. Pensaba que los políticos eran personas honestas. Desconocía todo lo que ahora sabemos de los políticos. Creía que las personas se manifestaban porque no tenían nada qué hacer. ¿Por qué hacen tanto alboroto? Yo no entendía. No me metía a leer, a cuestionar. Mi vida era el trabajo. Si no trabajaba no comía. Cuando sucedió lo de mi sobrino, dejé todo allá. Mi perro Ciruelo se quedó. Murió. Mi sobrina la mayor me avisó. Me enteré hasta el día 27 de septiembre de 2014 por la noche. “Mi hermano no aparece. Se lo llevaron los policías”. Pensé que si estaba detenido lo iban a sacar. “Hubo muertos. Mi hermano está desaparecido, no está con los policías”, dijo mi sobrina. Mi tía me enseñó la foto de Julio César Mondragón. La foto que circuló en redes. La foto de Julio sin rostro. Fue ahí cuando comprendí. Fue muy impactante. ¿Por qué tanta saña?, me pregunté. Una no comprende.
“Eran como las seis de la mañana cuando dejé mi casa. Arreglé mis cosas y le dije a mis tíos: ‘Regreso en ocho días’. Así fue que me vine. Encontré a mi hermana llorando. Recuerdo que llegamos a la normal de Ayotzinapa. Mucha gente llorando. Muchas mamás. Estaba lloviendo ese día. En ese entonces nos quedábamos en Ayotzinapa a dormir, a esperar… Mi hermana y yo platicábamos. Probablemente ya vienen caminando. Probablemente estén en el monte, se dispersaron y quizá no encuentren a alguien que los traiga. Van a llegar. Pero eran dos, tres días… Así se nos fue el tiempo. El tiempo ha pasado. Y no lo hemos sentido. Al principio eran todos los días de marchas, días de actividades. Cuando volteé a ver ya había pasado un año. ¡Y yo había dicho que me venía por ocho días! Esos ocho días se convirtieron en tres años. En cuatro años. El hecho de conocer por todo el país personas que han sufrido, no sólo por desapariciones forzadas, sino personas a las que les han quitado sus tierras, sus trabajos… personas que te dan lecciones de vida. Es muy difícil ver cómo la clase política, la clase burguesa no atiende los problemas de los pobres. No está para apoyarnos. Están para hacerse ricos. Hemos visto también cómo el Ejército ha permitido las desapariciones forzadas, las injusticias. Es triste ver cómo entre nosotros mismos, como sociedad, no nos apoyamos. Creer en la política ahora es tonto. Que nos digan dónde están. Dónde los tienen a los 43. Tenemos el derecho pleno de saber en dónde están. Justicia implica también castigar a los responsables…”.
Tiene razón Mayra, se tiene que castigar a los responsables, no sólo de la desaparición de los 43 normalistas, sino también del ocultamiento de la verdad de su asesinato. Pasaron más de cinco años para que Mayra y su familia tuvieran una respuesta.
Christian ha sido identificado en restos humanos encontrados cerca de Iguala. Por fin podrán hacerle los rituales funerarios, pero su lucha sigue por encontrar en este país justicia.
Dice Mayra que “es importante rescatar esa humanidad. Luchar y saber que eso nos une. Al final somos humanos todos”. Sí, Mayra recuperar la humanidad que se perdió cuando a alguien se le ocurrió desaparecer a 43 estudiantes y asesinar a Christian y ocultarle a tu familia durante más de cinco años la verdad.
Descansa en paz Christian, te abrazo fuerte Mayra; a ti y a la tristeza infinita de tu mirada.
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