Ocotlán, Jalisco
En el contexto de la pandemia y de la crisis económica, una de las grandes preocupaciones es el impacto que se tendrá en los empleos: cuántos se perderán, a qué sectores afectarán y cómo se podrá recuperarlos. Y uno de los sectores más vulnerables ante los problemas en el mercado laboral es el de los jóvenes que se incorporan al mundo del trabajo. No sólo tienen el enorme reto de incorporarse a un mercado de empleos precarios, mal pagados e informales, sino que ahora lo deben hacer soportando los efectos de la paralización de numerosas actividades debido a la pandemia de Covid-19.
En este sentido, uno de los riesgos es que los efectos de la pandemia se mantengan durante un tiempo prolongado y que los jóvenes tengan malas experiencias en sus primeros años laborales. Esto es lo que se conoce como el efecto cicatriz, un mal comienzo que puede tener consecuencias durante años, según explicó David Kaplan, especialista en Seguridad Social y Mercados Laborales del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El experto puso como referencia la crisis económica de 2009, cuando en el mercado laboral se tardaron 8 años en volver a los niveles previos a la crisis, es decir que recién en 2017 se recuperaron las condiciones que se tenían antes de la caída de 2009.
Como consecuencia de la pandemia, las proyecciones para la economía mexicana no son buenas para los siguientes años. En 2020 podríamos tener una caída que oscila entre 6 y 10 por ciento, en tanto la estimación es que se perderán 2 millones de empleos. Esto, claro, visto desde las proyecciones que se realizan hoy, cuando todavía estamos en plena contingencia, por lo que habrá que esperar que se controle la pandemia para tener mediciones más precisas.
Lo concreto es que estamos ante un reto gigantesco no sólo para los trabajadores actuales sino para los jóvenes que se incorporarán al mercado en las condiciones más difíciles que hayamos tenido en muchas décadas. Desde su origen, ya necesitamos una generación resiliente, que trabaje desde la certeza de que sus empleos serán inciertos y habrá que reinventarlos en forma permanente. Si la economía mexicana tenía antes de la pandemia cerca de 57 por ciento de informalidad, es de esperarse que la cifra crezca, además de que muchos de los empleos serán temporales: los que se experimentan en el contexto de las iniciativas de reactivación económica.
Sin embargo, a pesar del riesgo del efecto cicatriz, también nos encontramos con una oportunidad de reinventar el mercado desde la incorporación de jóvenes con ideas nuevas y con una flexibilidad que puede enfrentar la rigidez de un mercado tradicional sobrepasado. Pero para generar condiciones para que la crisis sea una oportunidad y no una cicatriz, es urgente un plan de apoyo para el primer empleo, así como acelerar los procesos de formación con miras a la innovación, la creatividad y la resiliencia. Muchas de las transformaciones del mercado se deberán a la tecnología, a lo virtual y a los ajustes pospandemia. Y para ello debemos fortalecer, con urgencia, la formación de los jóvenes: desde las escuelas, las universidades y los mismos programas de capacitación de las empresas.
Por Héctor Claudio Farina
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