Gelsenkirchen, Alemania.
Mientras en todas partes se derrocan estatuas de figuras históricas con un pasado colonial, en respuesta a la muerte de George Floyd, un pequeño partido comunista develó este sábado una nueva, en honor del dirigente bolchevique ruso Lenin.
Más de treinta años después de la caída del muro de Berlín, que puso fin a la experiencia comunista de la RDA, el pequeño Partido Marxista-Leninista de Alemania (MLPD) develó una estatua del revolucionario y jefe de Estado Vladímir Ilich Uliánov (1870-1924), en Gelsenkirchen, en el oeste del país.
Según la minúscula formación de extrema izquierda, este Lenin de metal es el primero de ese tipo en ser erigido en la otrora Alemania Occidental.
"Con la crisis financiera, y esta crisis del coronavirus, los jóvenes (...) comprendieron que este sistema capitalista en que vivimos ya no genera esperanza", asegura Léna, de 23 años, militante comunista desde hace un tiempo.
Ella forma parte de un grupo de unas 800 personas, según datos de los organizadores pues la policía no ha proporcionado cifras, que vinieron a asistir a la inauguración de esta estatua de metal en la ciudad de la cuenca del Ruhr, en una ceremonia festiva donde flotan las banderas rojas y el olor de las salchichas asadas. Quien quiera aprender puede también comprar literatura comunista.
La estatua de 2.15 metros de alto, inicialmente fundida en República Checa en 1957, debía ser inaugurada en marzo en la sede nacional del partido, pero el acto tuvo que aplazarse por la pandemia de coronavirus.
"La época de los monumentos en honor a racistas, antisemitas, fascistas, anticomunistas y otras reliquias del pasado ha quedado atrás, claramente", consideró la presidenta del MLPD, Gabi Fechtner, en un comunicado.
Lenin "fue un pensador avanzado a su tiempo de una importancia histórica mundial, un combatiente de primera hora por la libertad y la democracia", señaló.
Gabi Fechtner calificó a su partido de "muy moderno", pues se inspira en grandes figuras históricas, según ella.
Luego Fechtner aprovechó para elogiar a Lenin, a los filósofos y padres del comunismo Karl Marx y Federico Engels, el fundador de la República popular de China Mao Tsé-tung y el dictador José Stalin.
Pintura roja
Pero no todo el mundo comparte su opinión en esta ciudad de tamaño medio, situada en el corazón de una gran cuenca industrial, marcada por su pasado minero.
"Lenin simboliza la violencia, la represión, el terrorismo y sufrimientos humanos horribles", declararon los partidos del consejo general de Gelsenkirchen-Oeste en una resolución. El consejo "no tolerará un símbolo antidemocrático así", había afirmado el texto.
El movimiento mundial Black Lives Matter (La vida de los negros importa), que ganó notoriedad tras la muerte del afroestadounidense George Floyd, asfixiado por un policía blanco a finales de mayo, tuvo cierto eco en Alemania, donde se celebraron varias manifestaciones y se planteó la posibilidad de cambiar el nombre de algunas calles.
Un grupo de desconocidos rociaron pintura roja sobre la estatua de Otto von Bismark en Hamburgo.
El "canciller de hierro", padre de la unificación alemana en 1871, también es conocido por haber acogido en 1884 la Conferencia de Berlín en la que se organizó la repartición de África entre las potencias europeas.
Sin embargo, no se ha derribado ninguna estatua, como sí ocurrió en países como Estados Unidos, el Reino Unido y Bélgica.
También se alzaron voces a favor de rebautizar calles con los nombres de Adolf Lüderitz, un comerciante que jugó un importante papel en la colonización de Namibia, o de Carl Peters, un colono activo en el este de África, pero se toparon con la resistencia de los lugareños.
En un país confrontado desde hace décadas a su pasado nazi, "no hemos avanzado mucho con el colonialismo, al que desde hace tiempo hicieron frente Francia, Estados Unidos o Gran Bretaña", afirma Urte Evert, directora del museo de la Ciudadela de Spandau, un barrio del oeste de Berlín en el que se exponen viejas estatuas que ya no tienen derecho a decorar la vía pública.
Para ella, las estatuas, acompañadas de una placa en la que se explique el pasado menos glorioso del personaje representado, podrían "posibilitar el debate público" y contribuir de ese modo a trabajar la memoria histórica.