Ocotlán, Jalisco

Recientemente tuve la oportunidad de conversar con Atemi Yeudiel García Sánchez, periodista y reportero en el diario Decisiones, en Ocotlán, Jalisco quien ha seguido muy de cerca a los equipos femeniles de futbol de la región Ciénega que participan en la Copa Jalisco Femenil. Me comparte Atemi su indignación por las denigrantes condiciones en las que se manejaron las "eliminatorias" previas para elegir al equipo femenil representante de la Ciénega para participar en la citada Copa, entre otras, me comparte las siguientes situaciones:

1. El entrenador ocotlense de la Selección Jamay, Ramiro Montes, descalificó y humilló a la jugadora María del Carmen Díaz de Poncitlán, sólo por el estilo corto de su cabello y utilizar ropa holgada.
2. Las jugadoras de Poncitlán tuvieron que reutilizar los uniformes que la organización de Copa Jalisco había otorgado previamente al representativo varonil.
3. Las jugadoras de Jamay utilizaron un uniforme sin numeración al que tuvieron que colocárselos con cinta adhesiva.
4. El arbitraje parecía de cualquier partido de liga llanera con goles anulados de mal forma y faltas y agresividades descontroladas.
5. No se les ofreció seguridad, tampoco uniformes y mucho menos comisarios que regulan las normas y adecuaciones de los partidos de fútbol.
6. Copa Jalisco dijo que no era su responsabilidad la organización de las eliminatorias regionales femeniles, hasta que iniciara la fase estatal donde sólo participan actualmente 16 equipos de 125 municipios, es decir, 11 equipos de cada una de las 11 regiones del estado y cinco equipos más de la Zona Metropolitana de Guadalajara.  Sin embargo, en los equipos de varones, la cosa es distinta, la organización sí dio lugar a que participaran al menos 110 equipos varoniles de todo el estado y además les entregó todo el material necesario desde la fase eliminatoria. Las preguntas son: ¿por qué la discriminación con los equipos de mujeres? ¿Por qué hacen una eliminatoria previa y acortan el torneo a las mujeres y no establecen reglas igualitarias de  competencia para las mujeres de todo Jalisco en los mismos términos que los hombres?
7. A la región Centro o Zona Metropolitana se les dieron cinco lugares para participar, representando ventaja numérica en relación al resto de las regiones.
8. Copa Jalisco dijo que era responsabilidad de cada delegado regional del Code Jalisco y los gobiernos municipales apoyar y entregar lo necesario a sus equipos masculinos y femeniles. La realidad es que el apoyo mayoritario lo reciben los equipos de hombres y las migajas las reciben los equipos femeniles.
9. La selección de Ocotlán tuvo que jugar sólo un partido, debido a que Poncitlán declinó de su participación tras haber perdido por default su primer encuentro contra Jamay, por el supuesto mal registro de una jugadora con acta de nacimiento americana. Y además, en la presentación del equipo de Ocotlán, no se presentó el alcalde Paulo Gabriel Hernández, como si lo hizo con el equipo masculino.
10. En la femenil de Jamay, nadie de la afición ni siquiera el alcalde Juan Luis Aguilar García se presentaron a los partidos de ellas, pero si lo hicieron con los hombres, además de no tomarles fotografías personalizadas de la selección, para redes sociales, como sí se hizo para los varones.
11. El equipo de La Barca representa a la Ciénega en la Copa Jalisco Femenil. Sin embargo, tendrán que sumar obstáculos, porque además ellas se trasladarán durante siete semanas a municipios más alejados que los hombres, tan sólo en la fase de grupos.

La final del mundial de futbol femenil nos dejó la sensación de los grandes avances que alcanzan las mujeres en este deporte en el mundo, pero basta voltear nuestra mirada al ámbito local y darnos cuenta de las grandes adversidades que atraviesan las mujeres para abrirse espacio en este ámbito machista y misógino. Vergonzosos los “apoyos” para ellas, vergonzosos también los gobiernos municipales y estatales que siguen considerando que el fútbol digno solo es el realizado por los hombres, por eso a ellas las someten a tales actos de discriminación.

Por Guadalupe Ramos Ponce