Pekín, China.
China levantó el sábado algunas restricciones a la inversión extrajera en el sector financiero, en momentos en que la segunda economía mundial lucha con la desaceleración de su crecimiento y enfrenta una guerra comercial con Estados Unidos.
China removerá los límites de participación a los extranjeros tenedores de acciones y fondos de inversiones en 2020, un año antes de lo previsto originalmente, afirmó el Comité de Desarrollo y Estabilidad Financiera en una comunicado publicado por el Banco Central este sábado.
Los inversores extranjeros también alentados a crear firmas de administración de fondos, de cambio de divisas y compañías de administración de pensiones, según el comunicado.
Pekín lleva tiempo prometiendo abrir más su economía a la participación empresarial y la inversión extranjeras, pero generalmente frenaba el paso a la hora de concretar esas promesas.
El anuncio del sábado tuvo lugar tras una reunión del viernes encabezada por el zar financiero Liu con responsables centrada en el modo de enfrentar riesgos financieros y apoyar el crecimiento, según un comunicado del consejo de Estado.
Hasta ahora, las empresas extranjeras tenían que unirse a un socio local porque no se les permitía poseer más del 49% del capital de su empresa conjunta. Como resultado, su cuota de mercado alcanzó sólo el 5.16% a finales de 2016, en un sector dominado por unos pocos mastodontes locales.
El próximo año se eliminarán otras barreras, como el requisito de que las aseguradoras no chinas hayan estado en el negocio durante más de 30 años. O, para los gestores de activos, la prohibición de poseer más del 25% de una empresa china.
Por último, se permitirá a las agencias internacionales de calificación crediticia calificar un mayor número de bonos y valores de deuda.
En noviembre, Pekín hizo una excepción con dos aseguradoras europeas, permitiendo a Allianz de Alemania lanzar una filial de propiedad totalmente extranjera y a Axa de Francia tomar el control del consorcio del que era parte.
No bastó para Estados Unidos y la Unión Europea, que desde hace tiempo piden a China que abra más su economía, ya que han abierto la suya a la inversión china.
- Relajación -
Si Pekín demoraba estas medidas hasta ahora, los malos datos económicos anunciados el lunes acabaron por vencer sus reticencias. Así, el crecimiento chino en el segundo trimestre fue el más débil en al menos 27 años, con un 6.7%.
Ya nadie lo duda: este agotamiento es una consecuencia directa de la guerra comercial lanzada en marzo de 2018 por el presidente estadounidense Donald Trump para obligar a Pekín a abrir aún más su economía y limitar lo que él llama sus prácticas comerciales desleales.
En total, Estados Unidos y China se han impuesto aranceles a productos valuados en 360 mil millones de dólares.
El anuncio del sábado sigue a una reunión celebrada el día anterior bajo los auspicios del viceprimer ministro chino Liu He, un estrecho colaborador del presidente Xi Jinping a quien se le encomendó la delicada tarea de dirigir las negociaciones comerciales con Washington.
En el orden del día: encontrar formas de impulsar el crecimiento y contrarrestar los riesgos financieros que pueden derivarse de su debilitamiento.
También tiene lugar en un contexto de relativa relajación de las relaciones diplomáticas. Donald Trump y Xi Jinping declararon una tregua en su guerra comercial a finales de junio tras una reunión en Osaka (Japón) durante la cumbre del G20.
La semana pasada los negociadores chinos y estadounidenses reanudaron el diálogo por teléfono sin anunciar, sin embargo, ninguna otra reunión de alto nivel para intentar salir del punto muerto.
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