Con sus paradojas, Belém pisa el acelerador para acoger la primera COP en Amazonía
Fotografía: AFP




Belém, Brasil.

Tras servir un cuenco de açaí con dorada frita a un comensal del mercado de Ver-O-Peso, tarjeta postal de la ciudad amazónica de Belém, Sandra da Costa se limpia las manos y se ilusiona: "Al fin, la reforma que esperábamos hace tanto tiempo va a suceder".

Con 200 operarios trabajando a destajo los siete días de la semana, el considerado mayor mercado a cielo abierto de América Latina es un reflejo de lo que vive estos días la capital del estado brasileño de Pará:

una transformación frenética para acoger en noviembre la COP30, la primera conferencia climática de la ONU en Amazonía.

Pero el desafío es inmenso para esta urbe de 1,3 millones de habitantes surcada por canales en el norte de Brasil: enfrenta una acuciante desigualdad social y una falta de infraestructura, inclusive de alojamiento, para los 60.000 asistentes esperados.

Con la mayor inversión pública en su historia, Belém libra una carrera contrarreloj para restaurar monumentos, convertir su puerto de abandonados galpones en una zona de ocio y drenar su bahía fluvial para que anclen dos cruceros, que ampliarán la oferta de camas.

Sin olvidar el mercado donde sirve comidas Da Costa, de 57 años, que lleva más de dos décadas trabajando ahí.

- "Divisor de aguas" -

"La COP30 será un divisor de aguas" para la ciudad y la Amazonía, asegura a la AFP el alcalde Igor Normando, de 37 años, y primo del gobernador de Pará.

"El mundo verá los desafíos del pueblo amazónico y que no hay nada más justo que ayudarnos", dice Normando en lo alto del antiguo Fuerte del Presepio, con vistas al mercado de açaí, donde cada madrugada desembarcan toneladas de esta fruta amazónica para ser enviadas dentro y fuera de Brasil.

  • La mayor selva tropical del planeta es vital para la lucha contra el cambio climático a la vez que sufre sus embates, con incendios y sequías cada año más extremas.

Expertos consideran la cita prevista entre el 10 y el 21 de noviembre como una oportunidad crucial para revertir el curso del calentamiento, con un firme compromiso para reducir las emisiones mundiales y preservar la selva.