Una fiebre de construcción toma Sao Paulo

Ciudadanos dan un grito de resistencia contra las construcciones de torres altas que se multiplican en su urbanización, en pleno corazón de Sao Paulo.



Sao Paulo, Brasil.

"No nos quiten el sol": el mensaje que Rosanne Brancatelli ha colgado en la entrada de su calle es un grito de resistencia contra las construcciones de torres altas que se multiplican en su urbanización, en pleno corazón de Sao Paulo.

En los últimos años, la destrucción de casas y pequeños edificios se sucede por buena parte de la megalópolis de más de 11 millones de habitantes. En su lugar, nuevas torres pueblan el paisaje, ya repleto de muchos rascacielos que dan fama a la mayor ciudad de América Latina.

Frente a lo que considera un contexto de "verticalización exacerbada y pérdida de patrimonio", Brancatelli fundó en 2021 con sus vecinos la asociación Pro-Pinheiros, que aboga por la preservación de los barrios y el medioambiente.

Habitante del opulento barrio de Pinheiros desde hace 20 años, esta mujer de 60 años vive en el único bloque de casas aún en pie, a la sombra de los nuevos edificios y codiciado por los promotores inmobiliarios.

"Todos los días nos llaman para decirnos 'sus vecinos vendieron, ¿no van a vender? Van a terminar rodeados de edificios altos'", lamenta.

Calcula que hay al menos 80 obras de construcción simultáneas en una veintena de calles alrededor.

El fenómeno es producto de una ley de 2014 sobre la urbanización de Sao Paulo. El texto, llamado Plan director, buscaba densificar las zonas alrededor de los ejes de transporte público, para permitir que más habitantes de clases sociales populares pudieran vivir cerca del centro y de las estaciones de bus y metro.

La cosmopolita capital económica de Brasil se construyó sobre olas de inmigración, creciendo a lo largo de todo el siglo XX hasta convertirse en la actual metrópolis gigantesca y frenética, donde los trayectos pueden durar horas.

- "Boom inmobiliario" -

No fue hasta en los últimos años, que los inversionistas se lanzaron a la "verticalización". Y las cifras dan vértigo: según la administradora Secovi, el número de apartamentos nuevos al año en el mercado de Sao Paulo pasó de 23.000 a 82.000 entre 2015 y 2021.

Sin embargo, el objetivo de permitir a las familias de recursos modestos vivir cerca de los principales servicios y el transporte público no se logró, según la arquitecta urbanista Raquel Rolnik. 

"Estamos viviendo el mayor boom inmobiliario de la historia de la ciudad, concentrado en pocos años, y no tiene ningún vínculo con las necesidades de vivienda", se indigna, subrayando que la megalópolis sufre paralelamente una crisis social con decenas de miles de personas en situación de calle.

Incluso la alcaldía reconoce las fallas del plan, a la vista de los nuevos edificios de alta gama, inaccesibles para los menos favorecidos. 

Para remediar el problema, la asamblea municipal votó en junio una revisión del Plan director que va a permitir aún más construcciones nuevas.

"Si aumenta la oferta, bajarán los precios, por eso nuestra idea es ampliar la zona de densificación cerca de los ejes de transporte para dar acceso a las personas de menos recursos", dice el concejal Rodrigo Goulart, autor del texto.

  • Los constructores que reserven parte de los nuevos terrenos para vivienda social tendrán derecho a construir más espacio, pero nada los obligará a ello.

- "La memoria de la ciudad" -

"El último censo indica que la población de Sao Paulo casi ya no crece. No tiene sentido seguir construyendo", afirma sin embargo Alexandre Fontenelle-Weber, director de ZeroCem, instituto especializado en planificación urbana.

Para algunos paulistas, con el auge inmobiliario son pedazos de historia que se pierden, devorados por las excavadoras.

Aún queda en pie en Pinheiros el bar musical "Ó do Borogodó", "el lugar más emblemático de samba en Sao Paulo", según Stefania Gola, su dueña desde 2001.

Pero esta mujer de 51 años teme que también sucumba, después de que todas las casas alrededor dieran lugar a edificios y el propietario del local le pidiera irse.

"Este es el último rincón bohemio del barrio, ya sacaron todos los demás lugares de samba y cultura negra", añade. "Luchamos para quedarnos porque somos parte de la memoria de la ciudad".