“Prohibido olvidar”; dos testimonios de vida de lesionados del 22 de abril de 1992
Fotografía: Ignacio Pérez Vega




Guadalajara, Jalisco.

La tragedia del 22 de abril de 1992, en el sector Reforma, nunca debió suceder. Eso lo repiten quienes perdieron a un familiar, quienes volaron junto con el colector y por ello, piden que nadie que habite el Área Metropolitana de Guadalajara, lo olvide.

Si esa tragedia se olvida, se puede condenar a la ciudad, a repetir ese explosión que generó 228 personas muertas, cientos de lesionados y cuantiosas pérdidas materiales.

A continuación, presento el testimonio de José Antonio Vargas, de 41 años, quien tenía 14 aquel miércoles negro, cuando trabajaba con su papá en un taller y quedó con secuelas de por vida.

“Mi papá tenía un taller eléctrico en la calle de Los Ángeles. Yo le iba a ayudar desde chico, iba todos los días. En ese momento me envió a hacer un ‘mandado’, cuando me agarró la explosión. Tengo lesión de columna, a nivel T11 y T12, no siento de la cintura hacia abajo. es una lesión medular. Yo desde que me operaron, me dijeron que mi lesión era de por vida, que ya no tenía solución”, relató.

Otro testimonio de vida es el de Susana Anzures Quijas, hoy de 69 años de edad, tenía 42 cuando conducía su auto y el estallido la lanzó por los aires, lo que le cambió la vida.

“Yo tenía un negocito de material eléctrico (en la calle Industria al cruce con la calle 44), al cual me dirigía yo cuando pasaron las explosiones y ahí volé. Quedé sepultada con todo y automóvil. Afortunadamente me vieron pronto, me ayudaron a salir de ahí, pero quedé afectada de la columna, tengo una barra acá en la columna. Perdí lo que fue mi negocio, todo, todo me cambió por completo, tuve que abandonar mi negocio, malbaratarlo, porque ya no lo podía atender y eso me cambió por completo todo”, refirió.


Ignacio Pérez Vega