La energía de Epica conquista el Teatro Estudio Cavaret en su último concierto en México
Foto: Héctor Navarro




Guadalajara, Jalisco.

En punto de las 21:00 horas, cuando el sonido ambiente se diluyó entre las primeras luces que descendían sobre el escenario del Teatro Estudio Cavaret, los asistentes sabían que era momento de sacar teléfonos instante y tomar posición. Epica estaba por aparecer.

Guadalajara fue la última parada de la gira 2025 de la banda neerlandesa de metal sinfónico. Nueve ciudades mexicanas sirvieron de ruta para presentar Aspiral, su más reciente disco de estudio.

El tour cerró en la capital jalisciense ante un recinto prácticamente lleno, con un público que, pese al horario dominical y la lluvia intermitente, respondió con puntualidad y entusiasmo.

La banda abrió el concierto con “Cross the Divide”, primer tema de Aspiral.

Mark Jansen, Coen Janssen, Ariën van Weesenbeek e Isaac Delahaye tomaron el escenario mientras Simone Simons ingresaba al centro, con una presencia que bastó para hacer estallar al público. Desde ese primer acorde, quedó claro que el nuevo material sería eje de la velada.

La energía de Epica conquista el Teatro Estudio Cavaret en su último concierto en México

Foto: Héctor Navarro

La producción visual fue contenida pero efectiva: proyecciones abstractas, cambios de luz sincronizados y una estética que no compitió con la música, sino que la acompañó. La ejecución instrumental mostró precisión. La voz mezzosoprano de Simons contrastó con las vocales guturales de Jansen, fórmula ya familiar pero todavía contundente para los seguidores del género.

Tras el saludo de Simons en español —“¡Hola, Guadalajara!”— el grupo interpretó “Menace of Vanity” y “The Last Crusade”, temas de discos anteriores que el público reconoció de inmediato.

Las primeras filas comenzaron a moverse con más energía; en otros sectores del recinto, varios grababan fragmentos y cantaban con los brazos extendidos. Otros simplemente escuchaban en silencio y agitaban su cabeza.

La estructura del concierto favoreció los contrastes. Luego de piezas con peso melódico más ligero como “T.I.M.E.”, llegó el momento de “Kingdom of Heaven”, una obra extensa y técnica que destacó la capacidad interpretativa de todos los integrantes.

La interacción entre voces y teclados fue precisa. En el fondo, algunos asistentes asentían al ritmo de la batería, mientras otros empezaban a girar en el primer círculo de mosh.

La energía de Epica conquista el Teatro Estudio Cavaret en su último concierto en México

Foto: Héctor Navarro

Simone Simons mantuvo la comunicación con el público entre canciones, sin exceso de palabras ni discursos largos. Bastaron algunos “¡Gracias, Guadalajara!” para mantener el vínculo emocional sin romper el ritmo del espectáculo.

En la parte central del recital llegaron temas como “Chasing the Dragon” y “Arcana”, esta última incluida en Aspiral. Pero fue “Sensorium”, uno de los temas más antiguos del grupo, la que generó una reacción más intensa. Algunos brincaban, otros aplaudían con fuerza. Fue una especie de reencuentro colectivo con los inicios de la banda.

“Cry for the Moon”, que siguió de inmediato, fue uno de los momentos más coreados de la noche. Los asistentes no necesitaron indicaciones. Desde los primeros acordes, ya estaban entonando la letra. En el centro del recinto, un mosh pit se formó con rapidez. 

Después de una breve pausa, la banda volvió para ofrecer tres temas más: “Fight to Survive”, “Beyond the Matrix” y “Consign to Oblivion”. La segunda desató el momento más físico del concierto: un wall of death espontáneo que sacudió al Cavaret y provocó un par de caídas leves, sin incidentes mayores.

La energía de Epica conquista el Teatro Estudio Cavaret en su último concierto en México

Foto: Héctor Navarro

El cierre fue con “Consign to Oblivion”, canción que ha sido habitual en finales de gira. Los músicos saludaron a los asistentes, lanzaron baquetas y púas, y se despidieron sin ceremonia prolongada.

  • La gente respondió con aplausos sostenidos, sin gritos ni histeria. Más bien fue un agradecimiento colectivo, propio de quienes sabían que estaban en el último concierto de una gira extensa.

Héctor Navarro