“¡Otra película coreana!”… pensarán algunos, pues sí, qué quieren, hacen muy buenas películas y este es otro ejemplo.

Bueno, después de Flu (2013) que narra una infección que amenaza a toda Corea, después de Train to Busan (2016) sobre un ataque de zombis correlones, llega Pandora (Hangul), producción surcoreana que apenas tiene unos cuantos meses en carteleras en aquel país, está dirigida por Park Jung-woo (1969) y es otra superproducción que despliega todo el arsenal técnico y humano de los estudios asiáticos.

Inspirada en los accidentes de Chernobyl durante los años 80 y en Fukushima, Japón del 2011; en una pequeña ciudad coreana que cuenta con un reactor nuclear, sufre un terrible terremoto que daña de manera fatal las instalaciones del reactor, ocasionando un accidente que hace peligrar la vida de cada ciudadano de la península.

Millones de personas están en riesgo y la existencia misma del país está en juego, como en otras películas de aquel país, combina es su trama, la ineptitud del gobierno y sus líderes, la falta de compromiso con las víctimas en aras del supuesto bien común y el sacrificio de unos cuantos por salvar la situación, a sus familias e incluso su nación a costa de todo.

Como había dicho en otras entregas, no me atrevo a pronosticar su aparición en las salas de nuestra ciudad, pero en caso de llegar, les recomiendo verla sin ningún problema, aunque ya está en plataformas de internet, así que tampoco hay que pensársela mucho.

Según los datos que encontré, el costo de producción de Pandora, fue de 560 millones de wons (moneda coreana), lo que equivale a medio millón de dólares, cosa que no puedo creer por el nivel de sofisticación de la misma, pero de ser correcto, es algo increíble lo que lograron.

Aunque la película está catalogada como drama, una constante en el cine coreano es el uso de un curioso sentido del humor que aparece repartido de manera equilibrada por toda la película, dándole un toque muy parecido a nuestro humor negro.