Lagos, Nigeria.
¿Pagar los impuestos? ¿Par qué? La Hacienda Pública no es más que una broma para la gran mayoría de los contribuyentes de Nigeria, un país de corrupción rampante y servicios casi inexistentes, aunque el gobierno inste a los habitantes a rascarse el bolsillo.
Durante décadas, "el gobierno hacía como que ponía en marcha los impuestos y los contribuyentes, como que los pagaban", explica un director de banco nigeriano.
Una negligencia que, a fin de cuentas, le venía bien a todo el mundo pues la tarea parece inabarcable en un país de 180 millones de habitantes, donde la inmensa mayoría vive de trabajos informales o de la agricultura de subsistencia, y donde la fiscalidad reposa únicamente en unas decenas de millones de personas.
Pero el gobierno de Muhamadu Buhari, un exgeneral que no se ha dado a conocer ni por su lenidad ni por su sentido del humor, decidió poner en orden en la Hacienda pública.
Mientras que en el resto del mundo los candidatos al puesto de mando supremo suelen prometer bajar los impuestos, Buhari, que anunció su intención de presentarse a un nuevo mandato en febrero de 2019, prometió duplicar la carga fiscal global del país para 2020.
Nigeria, que apenas logra encontrar la senda del crecimiento tras su peor recesión en 25 años, lo necesita urgentemente.
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