Ciudad de México, México.
Latinoamérica deberá reorientar sus políticas públicas hacia los sectores más vulnerables, los más afectados por el coronavirus, para evitar que el descontento se radicalice en plena crisis sanitaria, dijo a Efe el filósofo político Sergio Villalobos Ruminott.
"Esta crisis va a radicalizar el descontento previamente existente en la región", manifestó en entrevista el también profesor de la Universidad de Michigan, Estados Unidos.
Previo a su participación en el Coloquio Internacional "Virus: historias: umbrales" a celebrarse del 29 de junio al 4 de julio bajo la organización de 17, Instituto de Estudios Críticos, destacó que el coronavirus llegó a la región en un panorama de revueltas sociales que se habían recrudecido desde 2016.
"Con las protestas feministas, los pañuelos verdes y las últimas en Haití (por la falta de comida y combustible) y en Chile", afirmó.
Y es que la COVID-19 llegó a un territorio donde el 30.1 % de sus 629 millones de habitantes es pobre, de los cuales 10.7 % viven en la miseria, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Y donde, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de informalidad laboral era del 53 % en 2018, afectando a unos 140 millones de trabajadores.
Además de ser una zona donde el acceso al agua y jabón, la principal arma contra el coronavirus, no está garantizada universalmente, no sólo en zonas rurales, sino también en asentamientos pobres urbanos. El problema, detalló el experto, es que esto se radicalizará debido a la pandemia.
De hecho, ha sido justamente la Cepal quien ha alertado que esta emergencia sanitaria provocará "la peor recesión" en la historia de Latinoamérica, que podría contraerse hasta 8 % en 2020.
Si bien, expresó, una de las preocupaciones del Gobierno es el colapso sanitario en una región que, en general, no cuenta con estados del bienestar, ahora los Gobiernos deben trabajar para evitar que se produzca un estallido en unas sociedades con grandes niveles de pobreza, miseria rural y hacinamiento urbano.
COVID-19 no es algo inesperado
El experto señaló que la combinación de pobreza, marginación y enfermedad no es, en absoluto, una casualidad, sino más bien un síntoma que expresa la intensificación de las prácticas productivas y extractivas de la economía contemporánea.
Explicó que se sabe bien que la COVID-19 es una enfermedad zoonótica que se debe a procesos de sobreexplotación de recursos naturales, la proliferación de la agroindustria, de la ganadería masiva, las plantaciones acuáticas, los procesos integrales de deforestación y apropiación de territorios, entre otras cosas.
"Esto es consecuencia de la desregulación neoliberal de los mercados y de la relajación de los criterios de calidad, transporte y comercio de todos estos productos", apuntó.
Y señaló que esto, sin duda, "radicaliza" las condiciones de desigualdad que ya existían en la región.
Aseveró que, aunque se ha destacado mucho la idea de que el virus es democrático "es falsa esa idea" porque si bien le puede dar a cualquier persona "las consecuencias del ataque son diferenciadas de acuerdo a las características de la población que se ve afectada".
Destacó que las situaciones más tensas, hasta ahora, están en países como Brasil, Colombia, Ecuador y Chile, mientras que en México la situación aún es "tensa pero estable" respecto al manejo de la pandemia.
Estos gobiernos, dijo, han perdido legitimidad por el manejo del coronavirus, incluso Brasil, recordó, "es el segundo país a nivel mundial con la peor administración de la pandemia y el mayor número de contagios y muertos de la región".
Por ello, dijo, estos países son "una olla de presión o bombas de relojería muy finas que en cualquier momento pueden explotar".
Indicó que es necesario contar con políticas públicas orientadas "absolutamente al bienestar de la sociedad y especialmente a los sectores más desprotegidos".
Señaló que se debe pensar en políticas económicas que cobren impuestos a los sectores más pudientes y que esos recursos se distribuyan equitativamente "lo que permitirá salir de la crisis".
Estas políticas, dijo, deben ser planeadas a mediano y largo plazo pero es necesario que los estados sean "mucho más activos y no subordinados a criterios mercantiles de las corporaciones transnacionales".
Además, deben responder a ciudadanías organizadas que "presionen" aunque esto no garantizará al 100 % que no haya revueltas pues son muchos años de desigualdad "pero esto puede ser el comienzo", concluyó.
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