Investigadora tapatía utiliza desperdicio del mango para crear membrana que cierra heridas




Guadalajara, Jalisco.

Desde su niñez, Inés Jiménez se cuestionó los usos que pudieran tener los mangos tirados en los campos. Cuando tenía seis años su conclusión fue “me lo como o me resbaló en él”. Años después, convertida en doctora en Ingeniería de Materiales para la Medicina por la Universidad de Londres, resolvió ese problema.

Creó una membrana que ayuda a cerrar heridas, con base en una bacteria alimentada con el mango y de esta forma encontró una utilidad para el fruto que se desperdicia.

“Empecé a leer, leer, leer y había cuestiones que a través de azucares podías alimentar a una bacteria, esa bacteria te genera una película muy interesante, entonces yo dije ‘pues el mango verdad’, tiene muchísima azúcar, revisamos el mercado, revisamos cuánto mango se quedaba en el campo, revisamos los porcentajes de azucares y vimos la viabilidad”.

Los estudios arrojaron que el 55 por ciento del mango se queda tirado en el campo, y que puede ser aprovechado.

La tapatía compartió su experiencia con otros emprendedores en Jalisco is on, que realiza la Cámara Nacional de Comercio.

“El 55 por ciento del mango se queda tirado en el campo, solamente porque no hay un mercado para él. Nosotros tenemos buena relación con los productores para tomar ese mango, alimentar esa bacteria, nos da la membrana, esa membrana queda totalmente limpia… acabamos de meterlo como internacional”.

La investigadora estimó que la membrana para cerrar heridas saldrá al mercado en un plazo de un año.


Georgina Iliana García Solís