Con la muerte de McCain acaba una era política más civilizada, dicen sus admiradores




Washington, Estados Unidos.

Era un héroe, un estadista de imponente figura, pero a John McCain muchos en el mundo cada vez más polarizado de la política estadounidense lo echarán sobre todo de menos por una virtud mucho más humilde: la simple cortesía.

Mientras el fallecido senador republicano, que murió el sábado de cáncer a la edad de 81 años, recibía homenajes, hubo quienes rememoraron una famosa anécdota de la campaña electoral de 2008.

Durante la campaña presidencial que enfrentaba a McCain con Barack Obama, una mujer de cabellos grises que vestía una camiseta roja de propaganda de su lista le dijo al senador en una reunión que no podía confiar en Barack Obama, el postulante demócrata a la Casa Blanca, porque era un "árabe".

McCain la corrigió cortés pero firmemente. "No, señora", le dijo quitándole el micrófono, y describió a Obama como un "hombre de familia (y) ciudadano decente con el que sólo tengo desacuerdos sobre algunas cuestiones fundamentales".

El video se ha vuelto viral, un recordatorio aparentemente pintoresco de que en el mundo de la política de hoy en día uno puede oponerse fuertemente a un adversario sin dejar de ser respetuoso, cordial, incluso amigable.

"Esta voz en favor del civismo, su postura de colocar al país por encima de su partido, son cosas que enseñó durante años", subrayó en CNN el senador de Arizona, Jeff Flake, conteniendo las lágrimas.

Como expresó un comentarista en Twitter: "El fallecimiento de McCain se siente como el final de una era de la política estadounidense que estaba lejos de ser perfecta pero que era más estable y civilizada".

- Decadencia -

Esta decadencia del civismo no es del todo nueva. Tampoco se la puede atribuir sólo a Donald Trump, aunque el actual presidente parece enorgullecerse de inventar calificativos y descripciones poco halagüeñas de sus enemigos políticos.

El propio McCain era conocido por enfurecerse de vez en cuando con sus rivales. Podía también ser brusco, como cuando le dijo a un periodista que la pregunta que acababa de plantear era "tonta", pero luego de esa salida de tono se tomó un tiempo para darle una respuesta completa y reflexiva.

McCain "tenía un temperamento volcánico", dijo Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia. Pero "casi siempre se disculpaba, y pasabas un tiempo de calidad con él".

Aunque en el Congreso lo más habitual fue que acompañara con su voto a sus compañeros de partido, "no dudó un minuto en trabajar con los demócratas", agregó Sabato.

"Una gran parte del civismo es la habilidad para admitir cuando estás equivocado... McCain nunca se contuvo en ese punto".

En su libro de memorias recientemente publicado, "The Restless Wave", McCain admitió que había "estado en desacuerdo, a veces demasiado acaloradamente, con todos" los presidentes (seis) con los que había convivido.

Pero, remarcó, si los estadounidenses pierden su humildad, "nuestra sociedad se desgarrará".

El discurso cada vez más venenoso que se ha apoderado de la vida política está dejando una huella profunda.

En una encuesta de CBS News del año pasado, el 68% de los consultados opinó que "el tono y la cortesía del debate político en Estados Unidos" se estaba perdiendo, contra un 7% que dijo lo contrario. En esa percepción coincidieron personas de todo el espectro político.

- Groserías mediáticas -

Fotografía: AFP

Si esta falta de civismo no es nueva, los analistas dicen que el fenómeno se ve amplificado por los personajes que en televisión, radio e Internet se dedican a la provocación.

McCain atacó a esa gente en julio de 2017, cuando, en un emotivo discurso en el Senado, instó a sus colegas a "dejar de escuchar a los bocazas grandilocuentes en la radio, televisión e Internet. ¡Al diablo con ellos!".

Trump puso a prueba más que nadie los límites de la cortesía de McCain.

Fue el magnate republicano quien una vez dijo que McCain era un "héroe de guerra (solo) porque había sido capturado", para luego agregar: "Me gustan las personas que no fueron capturadas".

El hecho de que padeciera torturas luego que su avión fuera derribado cuando volaba sobre Vietnam del Norte no era relevante, comentó el presidente más tarde.

McCain se encogió de hombros ante el insulto, pero sí le reclamó a Trump que pidiera perdón a las familias de los que habían muerto o sido capturados.

Pero la exasperación con Trump llegó a su momento álgido cuando en julio pasado, en Helsinki, se mostró complaciente con el presidente ruso Vladimir Putin.

"El daño infligido por la ingenuidad, el egoísmo (...) y la simpatía del presidente Trump por los autócratas es difícil de calcular", dijo luego en una airada declaración.

Incluso la planificación del funeral de McCain traen recuerdos de las profundas diferencias que había entre ambos.

En sus últimos días, mientras luchaba contra el devastador cáncer cerebral que finalmente lo mató, McCain preguntó a dos ex rivales políticos (los expresidentes George W. Bush y Barack Obama) si hablarían en su funeral, pero, según algunas informaciones, explícitamente pidió que Trump no fuera invitado a las ceremonias fúnebres.

Las condolencias expresadas por el presidente en Twitter, el sábado, fueron notoriamente escuetas.

Pero en sus memorias, McCain dijo que la falta de civismo va más allá de los círculos políticos de Washington. Depende de los votantes, dijo, elegir a personas íntegras.