Guadalajara, Jalisco.
La amenaza que representa la activación del botón de emergencia no permea en las calles. Entre los rastros que quedan de grandes tiendas de telas y de otros negocios, en cuyos locales hay lonas que dicen “réntame”, la población ignora las medidas sanitarias que podrían hacer la diferencia entre la vida y la muerte o más contagios de COVID-19.
En la vía pública se pueden encontrar personas de todas las edades, desde adultos mayores que son vulnerables a la pandemia y niños sin protección. La cinta amarilla colocada en bancas para evitar que la gente se quede en la calle y pronto regrese a casa son ignoradas y no se identifica su finalidad.
En los comercios se colocan cadenas o cintas para delimitar ingreso y salida y no permitir aglomeraciones en su interior. Los clientes a regañadientes usan el cubrebocas para poder entrar, señaló Alejandro, empleado de una tienda del centro que se encarga de vigilar el cumplimiento de los protocolos sanitarios.
A pesar de su buena voluntad, el mismo Alejandro usa el cubrebocas abajo de la nariz, confiado en que porta una careta.
En el Centro Histórico, la gente se para para platicar sin distanciamiento físico, sin ninguna protección o con la mascarilla mal colocada.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el uso del cubrebocas debe formar parte de la estrategia integral contra el coronavirus, así como el distanciamiento físico de al menos un metro y el lavado de manos.
El COVID-19 se transmite cuando una persona contagiada habla, estornuda o tose y salpica gotas que pueden ser inhaladas o tocadas en superficies por otras personas que las llevan a su nariz u ojos. El tapabocas ayuda a disminuir los riesgos junto con las otras medidas.
La relajación de los protocolos sanitarios es evidente a un día de que el gobierno del estado analice suspender todas las actividades durante 14 días para contener la pandemia, lo que agudizaría la crisis económica.