Las cartas de Colosio muestran un testimonio vivo del candidato mexicano asesinado
Fotografía. EFE




El recopilatorio 'Las cartas de Colosio' es el "testimonio vivo" del "compromiso" del candidato presidencial asesinado en 1994 en el mayor magnicidio reciente de México, Luis Donaldo Colosio, según señala este lunes el autor, Rafael Medina, en una entrevista con EFE.

"Es un testimonio vivo de su trascendencia desde joven, cuando se prepara como universitario para, en un futuro, servir al país"

, desgrana el también periodista.

Añade que, en estas cartas que Colosio enviaba a Luis Colosio, su padre, se retrata "a una persona comprometida con ayudar a México" y con una "visión por superarse" constante.

El joven originario de Sonora, estado de la frontera norte de México, empezó esta relación epistolar cuando se marchó a estudiar a Monterrey, capital del norteño estado de Nuevo León, y se alargó prácticamente una década.

"Con todas esas carencias propias de la región, logra estar en una de las mejores universidades del país"

y, más adelante, en centros estadounidenses y europeos, relata Medina.

Durante esta etapa, sus cartas transitan del "entusiasmo" por haber entrado en la universidad hacia la "preocupación" para conseguir dinero suficiente o por la situación política de México.

De hecho, como universitario, fue contemporáneo de la masacre que cometió el Estado el 2 de octubre de 1968 contra estudiantes de la Ciudad de México durante una manifestación pacífica 10 días antes de las Olimpiadas.

"También madura mucho su escritura porque vemos rasgos de poeta en este joven"

, sonríe el autor del recopilatorio.

  • Así, observa un nexo común entre todas las conversaciones que, a la distancia y con tinta y papel, tuvieron padre e hijo.

"Podemos constatar la madurez mental, de formación y como hombre que va adquiriendo al paso de los años", señala.

"México comenzó a colapsar" con su muerte

Colosio recibió dos balazos después de un mitin en Tijuana, en el estado fronterizo de Baja California, el 23 de marzo de 1994, por lo que es considerado el magnicidio más grave que ha sufrido México desde 1928, cuando mataron al presidente electo Álvaro Obregón.

Para Medina, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), "tan carismático y con tanta fuerza de liderazgo", representaba "un cambio de rumbo" hacia el "sendero del crecimiento" en un momento en que México lo "tenía todo".

Así, rechaza cualquier acusación de corrupción, pues "jamás se han mostrado pruebas" de que Colosio estuviese involucrado con "cualquier acto negativo".

"Después de esta lamentable tragedia, yo siento que México comenzó a colapsar"

Sitúa en aquel magnicidio el arranque de la violencia en el país, una problemática que, 30 años después, lo mantiene sumergido en "una ola inenarrable de dolor".

Reapertura del caso, "no como debió haber sido"

Por otra parte, el autor y amigo personal de la familia de Colosio advierte de que la reapertura del caso, sacado del cajón por nuevas investigaciones, no se efectuó "como debió haber sido", sobre todo por el papel del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

"Si solamente da una declaración e inmediatamente se dirige a (Genaro) García Luna, se nos hace una jugada política", lamenta, en relación con el exsecretario de Seguridad Pública (2006-2012) y entonces agente de inteligencia, ahora condenado en Estados Unidos por tráfico de drogas.

Aún así, Medina se declara "convencido plenamente" de la existencia de una segunda persona involucrada en el magnicidio, como sospecha López Obrador, aparte del asesino confeso Mario Aburto, pues ve “imposible” que hubiese tenido tiempo de dar un segundo disparo porque “la multitud se abalanzó sobre él”.

Con las cartas encima de la mesa y la fecha señalada de las tres décadas de su muerte, Medina observa solo una persona en México que “pueda continuar esa lucha por la transformación” que encarnó el candidato: “Es precisamente Luis Donaldo Colosio Riojas”, su hijo.

Actualmente, aspira a entrar en el Senado por Movimiento Ciudadano y es alcalde con licencia de Monterrey.

“Fuera de ahí, no hay ningún mexicano que tenga ni siquiera un parecido a su voz, a sus ideas o a sus palabras”