Al cuidado de las instalaciones universitarias




Por Luz Atilano

Procurar la seguridad de las instalaciones y el bienestar de los alumnos del Centro Universitario de los Lagos es el trabajo del señor Gilberto Reyes Romo, quien desde hace dos años trabaja allí como guardia o vigilante.

A él le toca estar en la entrada, atento ante cualquier incidente y cuidadoso de quiénes ingresan al plantel universitario. Un trabajo que realiza siempre de buen humor y que le ha permitido conocer y convivir con una gran cantidad de personas, entre ellas estudiantes, profesores y empleados universitarios.

«Aquí yo trabajo de 24 por 24 horas, entro a las ocho de la mañana y salgo a las ocho de la mañana del día siguiente y mi trabajo consiste en detectar a las personas ajenas a la institución y en cuidar a los estudiantes, es lo principal, que estén bien protegidos ellos. Está pesado por el tiempo pero me gusta porque conozco ya casi a todos, a la mayoría de los estudiantes y trabajadores, estoy a gusto, estoy en familia. Entran y salen, pero los conozco a todos, tengo identificados a todos los muchachos».

El vigilante tiene 49 años de edad y comparte que este empleo es el único que consiguió luego de volver a su natal Lagos de Moreno, desde los Estados Unidos, donde trabajó en la construcción por más de veinte años. Y aunque la empresa para la que labora le ofrece lo básico para seguir el día a día, el señor Gilberto lamenta la situación que atraviesa el país en materia económica, pues señala, al regresar debió enfrentarse por un tiempo a una larga búsqueda de empleo.

«Estuve en Estados Unidos 23 años, tengo seis años aquí en México apenas que me regresé de allá de Estados Unidos y allá es más fácil obtener ingresos… igual que aquí pero como que más a gusto, tienes todo lo suficiente para comer y todo, pero aquí se batalla más en México, en buscar trabajo por la edad… ya no me daban trabajo en las fábricas y lo que conseguí fue como guardia de seguridad, ahí no hay límite de edad… ya estoy viejito (risas), sí… por la edad es por lo que estoy trabajando aquí».

La situación está dura y casi nunca alcanzan los sueldos, pero el señor Gilberto se muestra agradecido por esta oportunidad de trabajo que disfruta a pesar de los fríos en las madrugadas y de las desveladas necesarias para mantener vigilada la universidad. Este empleo le permite mantenerse activo y además acumular anécdotas de todo tipo, como la que a continuación comparte:

«Hace como un año entró un muchacho, vino por su novia, que lo terminó y no estuvo conforme y vino aquí a alegar a los salones. Lo tuvimos que sacar esposado hasta que viniera Seguridad Pública por él. Cada cosa que pasa… pero aquí estamos para cuidarlos».

 

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