“Vi el desastre, la zanja, las casas cayendo, los gritos de la gente”: Lidia Silva, sobreviviente 22 de abril



Guadalajara, Jalisco.

Los recuerdos del 22 de abril de 1992 siguen intactos para Lidia Silva, sobreviviente de las explosiones de ese día en Guadalajara sobre el sector Reforma.

Atendía una refaccionaría junto con su hermano, un negocio familiar ubicado sobre las calles 20 de noviembre y Cuauhtémoc en el Barrio de Analco.

“Se nos hizo tarde ese día, acabábamos de abrir estábamos escuchando las noticias cuando explotó. Yo quedé enterrada, mi hermano quedó enterrado en la bodega contigua de la refaccionar. Él falleció, le cayó una finca de tres pisos de al lado”.

A Lidia le cayó encima el concreto de la calle, el techo de una finca y una viga le perforó la pierna. Nunca perdió el conocimiento. Quedó enterrada por cinco minutos y solo escuchó los gritos de su hermano. La invadió la incertidumbre y la desesperación, pero a la vez eso la hizo salir sola del entierro y pudo ver la magnitud de la tragedia.

“Yo ya cuando salí a la calle y vi el desastre que vi, la zanja que había, las casas que se estaban cayendo, los gritos de la gente, carros enterrados, arriba de las azoteas. Ya es cuando empiezas a entender la tragedia”.

A ella la trasladaron a la Cruz Roja del Parque Morelos.Ahí también se enteró por las noticias que su hermano había muerto, fue de los primeros que encontraron. Las lesiones de ella fueron en cadera y en columna. La prótesis que necesitaba nunca llegó y los apoyos son a voluntad política del gobierno en turno.

“Yo sigo esperando esa prótesis, prótesis que no ha llegado desde hace más de 15 años que necesitaba ponérmela, pero pues no hay el recurso, las ganas de hacerlo, entonces sigo esperándolo, seguimos esperando. Hay gente que necesitamos tratamiento o que no tienes la prótesis, pero te voy a dar para que cuando menos te mantengas estable sin dolor. No hay tampoco”.

La justicia es otro de los más grandes pendientes que reclaman.

“No murió una parvada de pájaros. Fueron decenas de personas, fueron muchos porque no hay justicia de esos muchos, porque no hay alguien que desde el primer día hubiera estado en la cárcel”.

Por cada lesionado, por cada afectado y por cada muerto, hay gente con un duelo abierto, aseguró Lidia. Que durante cada año, pierden más la esperanza de justicia, pero hoy exigen que por lo menos dejen de regatearles los apoyos por una tragedia causada desde las negligencias institucionales.

“Ya sabemos que el culpable a la mejor nunca sale o a la mejor alguna vez alguien con conciencia salga y diga sí es cierto, qué bueno. En cuestión de economía, de que nos ayuden. Claro que lo necesitamos, somos gente que no pudimos ya trabajar, nos cortaron todo eso dependemos de eso y somos muchos todavía, aunque quieran minimizar la situación, todavía quedamos bastantitos”.

Mientras tanto, el consuelo lo han encontrado en colectivo, entre las víctimas se han arropado durante estos 30 años.

 “Todos tenemos historias diferentes, pero nos entendemos porque padecemos muchos lo mismo. Curiosamente muchos quedamos enterrados y decimos. Yo creo que lo peor que te puede pasar es estar enterrado y respirando tierra y no saber si te van a sacar, si te están escuchando”.

“Yo creo que eso es muy feo y no lo superas, pero lo entiendes y dices tengo que vivir con esto. Esto es para siempre”


Fatima Aguilar