Uso indiscriminado de plaguicidas, una bomba de tiempo para la salud humana y ambiental
Fotografía: Unidad de Difusión CucSur




Autlán de Navarro, Jal.

Dentro del marco de actividades de la 28 semana Cultural Universitaria organizada por el Centro Universitario de la Costa Sur en coordinación con diferentes ayuntamientos de los municipios donde ejerce influencia este campus, este lunes arrancaron las jornadas de actividades artísticas, culturales y académicas.

Luego de la inauguración de la Semana Cultural Universitaria, se realizó el foro Infancia sin plaguicidas: Protección de la salud y el medio ambiente en comunidades rurales, en el que investigadores del Centro Universitario de la Costa Sur, Centro Universitario de Ciencias de la Salud, Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Occidente, presentaron los avances en la investigación y solución de las diferentes problemáticas ambientales y de salud detonadas por el uso indiscriminado de pesticidas.

El grupo interdisciplinario que trabaja en el análisis y solución de esta problemática tiene trabajando de forma extraoficial 7 años, fue en marzo del presente año cuando se inició con apoyo del CONACYT el proyecto de Reconfiguración agroecológica en el valle de Autlán.

Humberto González Chávez, investigador del CIESAS, destacó que esta problemática será estudiada durante tres años, durante este tiempo se realizarán estudios del comportamiento de los plaguicidas en la salud de niños, su alimentación y el medio ambiente.

El investigador precisó que se presentan resultados preliminares alarmantes, pues la afectación genética por plaguicidas trasciende de generación en generación. Los resultados del estudio servirán para la implementación de políticas públicas necesarias para frenar la afectación por plaguicidas que es más alarmante que el cambio climático, aseveró Humberto González.

“Hay un hecho que es importante que nosotros caigamos en la cuenta. La exposición a plaguicidas nos está afectando de una manera sustantiva al ecosistema en que nosotros vivimos. Incluso yo diría que nos está afectando más que el cambio climático, ¿por qué? Porque esto está en nuestros lagos, en la tierra, en el aire e incluso en nosotros mismos. Estamos expuestos a los plaguicidas todos nosotros desde que se empezó a usar el DDT”

Existe un vínculo entre la agricultura y la salud humana, de acuerdo con los investigadores, cambiar la alimentación convencional por alimentos orgánicos disminuye la presencia de plaguicidas en el cuerpo de infantes, y con ello, disminuyen las probabilidades de desarrollar enfermedades crónico degenerativas, especialmente daño renal, el cual, ya fue registrado en infantes de Agua Caliente en el municipio de Poncitlán, donde también se realiza este trabajo de investigación.

La problemática con el uso de plaguicidas es su uso indiscriminado, el investigador Felipe Lozano Carlsen precisó que solo el 30% de los plaguicidas llega al cultivo, el resto se dispersa en el medio ambiente y al cuerpo de las personas.

“Ahora estamos trabajando para asociar a través del tiempo esta situación entre inflamación renal, proteínas en la orina y agroquímicos. Como cada niño tiene diferente peso y talla, entonces estamos vinculando los agroquímicos por kilo de peso y por edad, no es lo mismo un niño de 15 años que uno de 6. Estamos analizando estas situaciones porque esto es un fenómeno crónico complejo”

El investigador Luis Manuel Martínez Rivera, resaltó la presencia de plaguicidas en los pozos que abastecen de agua a las comunidades, la presencia de estos aumenta drásticamente durante el mes de noviembre, temporada de derrama económica gracias a la producción de caña de azúcar, pero también, de alta circulación de pesticidas.

“Vean donde está concentrado el mayor número de pesticidas, se incrementa diez pesticidas durante el mes de noviembre, ¿Qué pasa en el mes de noviembre?, empieza la zafra en la región. Entonces tenemos de repente uno o dos pesticidas en los pozos y se da un disparo, se da un disparo porque empieza la zafra, empiezan a cortar y empieza una aplicación masiva de pesticidas en la región de productos de todo: fungicidas, insecticidas, herbicidas, de todo empiezan a aplicar en el momento que cortan y todo eso se va directamente a los pozos”

Una de las partes más importantes del proyecto es la vinculación local con las comunidades. El ejido La Tuna cedió en comodato una parcela en la que se producen alimentos orgánicos que son destinados para los comedores escolares.

La instalación de huertos con árboles frutales, sistema milpa y plantas medicinales son administrados por el Grupo de Agricultura Orgánica de la Ciénega, quienes capacitan a los maestros de la escuela, padres de familia e infantes para que puedan producir sus propios alimentos libres de contaminantes, explicó Rodolfo González Figueroa, integrante del grupo.

“Creemos que los niños del mentidero con estas actividades pueden ser un cambio de paradigma en la región. Le han encontrado gusto y después van a casa con papá y mamá y les dicen: ¿estás echando herbicidas? ese es el veneno y ya descubrimos como se mueren las abejas que son importantes.

Para estos niños ya no es normal que se apliquen pesticidas, no es normal que se estén fumigando con veneno los espacios agrícolas, entonces empiezan a crear espacios resilientes desde el punto de vista ecosistémico y humano. La parcela escolar puede ser un punto de resiliencia humana, de cómo recuperar en estas comunidades esta conexión “

Los investigadores señalaron el aumento en el costo de fertilizantes y pesticidas como una oportunidad para retomar practicas agroecológicas que se dejaron de lado para producir más en beneficio de pocos y en detrimento de la salud humana y la justicia social.


Antonio Díaz