Santiago, un bombero de siete años que encara al cáncer por segunda ocasión
Fotografía: Rocío López Fonseca




Guadalajara, Jalisco.

Santiago tiene siete años y fue diagnosticado con un tumor en la cabeza. Ha luchado. Quiere vivir. Quiere ser bombero cuando crezca y, otra vez, el cáncer apareció. Esta vez lo hizo en su columna, y su familia ha batallado para que reciba los medicamentos que necesita:

"Mi niño ya va la segunda vez que lucha contra el cáncer: un tumor en su cerebro. Él requirió de quimioterapia, radioterapia… bendito Dios en aquel tiempo si teníamos los medios, o sea, el Gobierno sí nos ayudó. Desgraciadamente a él le dio una metástasis en la columna y las cosas cambiaron: no hay nada en el hospital, no hay quimios, no hay radios… Ahora me están cobrando cuando voy a consulta, cosa que antes nada, todo me lo cubría el Seguro Popular y ahora, pues… no. A nosotros nos dan su tratamiento, nos dicen los doctores el tratamiento que requieren de la quimio que son muy caros, la verdad nosotros como padres no los podemos costear y nosotros nos vamos a las asociaciones; en mi caso es Mi Gran Esperanza".

Lupita, la madre de Santiago, nunca ha perdido la esperanza de que el pequeño venza de una buena vez esta enfermedad y se dice agradecida con él por ser su motor para seguir adelante:

"Yo me considero una mujer cobarde, muy llorona, me considero una mujer muy cobarde, pero él vino a darme las fuerzas, viene a darme las ganas de vivir, las ganas de luchar porque yo lo veo a él. De hecho, no le daban esperanza de vida, decían que no iba a caminar y véalo: aquí está luchando día a día. ¿Qué le diría como mamá a Santi? Gracias por ser mi motor, gracias por ser mi hijo. Te amo, bebé".

Otra mamá que no pierde la esperanza es Lupita Hernández. Su hijo, de ocho años, tuvo un tumor en el riñón y, a pesar de que los médicos le dijeron que ya no había nada que hacer, ella nunca dejó de creer y confiar en Dios:

Mi Gran Esperanza es una asociación civil que apoya a niños con cáncer y no ha dejado de dar sostén a decenas de familias que no tienen para comprar sus tratamientos.