Reserva de la Biósfera busca ser modelo de protección ambiental en México
Fotografía: EFE/Sergio Ángeles.




Querétaro, México.

La Reserva de la Biósfera Sierra Gorda, conocida como el “tesoro natural más grande de México”, cumple 25 años de ser área natural protegida en el centro del país, en un entorno de retos y violencia en contra de los ambientalistas que buscan proteger estas zonas amenazadas.

Ubicada al norte de Querétaro, la Reserva está conformada por cinco municipios: Landa de Matamoros, Jalpan, Arroyo Seco, Pinal de Amoles y Peñamiller, habitados por la población más pobre de la entidad.

Esta región, en la que gran parte de los habitantes emigra hacia Estados Unidos, hoy busca no sólo reducir la migración de su gente, sino combatir el impacto ecológico que el crecimiento poblacional ha ocasionado.

Fotografía: EFE/Sergio Ángeles.

-Proteger la Reserva-

La Reserva de la Biósfera ha sido defendida por el Grupo Ecológico Sierra Gorda en un esfuerzo ciudadano que surgió hace 35 años, encabezado por Martha Isabel "Pati" Ruiz, quien promovió y logró el nombramiento de la región como área natural protegida, con el objetivo de resguardar el tesoro natural más grande de México: la Sierra Gorda.

Este grupo ha trabajado en programas y acciones que protegen, recuperan e integran las 384 mil hectáreas que conforman esta región, donde se ubican 638 comunidades y donde el 97 % de los pobladores son dueños de la tierra.

El trabajo de dicha organización le valió, el pasado 4 de octubre, ser galardonada con el Premio Ecuatorial 2021 como parte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en reconocimiento a sus esfuerzos para reducir la pobreza a través de la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, impactando no sólo el medioambiente, sino las vidas de quienes habitan la región.

Una de esas personas beneficiadas es María Agua Sánchez, propietaria de la fonda “La Manzanita”, quien tras haber migrado a la frontera norte volvió a México y se unió al grupo ecológico.

“Me fui a trabajar a la frontera y duré un año allá trabajando y entonces me vine porque tenía dos jóvenes aquí en la casa”, relató.

El Grupo Ecológico le asistió en el establecimiento y funcionamiento de su negocio, con lo que ha logrado no sólo la permanencia, sino la subsistencia de ella y su familia.

Otro caso es el de Alfonso Miranda, quien cambió una vida de militar e intentos reiterados por cruzar la frontera, por la conservación, cuidado y desarrollo de una región ecológica en la Sierra de Querétaro.

“Primero fui militar 9 años, posteriormente me fui al sueño americano, pero fue la mala pata (suerte) que no me fue muy bien, por varias cruzadas que tenía me agarraron y caí a la cárcel dos meses y la verdad yo nunca en mi vida había estado en la cárcel y entonces ya no volví a regresar”, cuenta a la entrada de su negocio, la fonda “El Milagrito” que atiende junto con su hija.

Fotografía: EFE/Sergio Ángeles.