Kiev: cuna de la República rusa… y un objetivo añorado por Vladimir Putin
Diseño: Alonso Vidal - UDGTV 44




En el trasfondo del actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, expertos señalan que, para los habitantes de la extinta Unión Soviética, la ciudad de Kiev es considerada el lugar donde nació la República rusa. Esto coincide con diversas declaraciones del presidente Vladimir Putin, quien ha sostenido reiterada y públicamente que tanto rusos como ucranianos “representan a un sólo pueblo”.

Y durante mucho tiempo lo fueron.

De acuerdo con France 24, tanto el origen de Rusia como de Ucrania se sitúa, hace más de mil 200 años, en la llamada ‘Rus de Kiev’: una enorme federación de tribus eslavas que dominó el Noreste de Europa durante la Edad Media, y que, a su vez, tenía como epicentro geopolítico a la ahora capital ucraniana de Kiev. De modo que, históricamente, para los rusos Ucrania reviste una importancia simbólica. Al respecto, es importante hacer mención que Kiev, como capital rusa, aparece desde el siglo IX, mientras que Moscú lo hace hasta el siglo XIV.

De manera que los “eslavos orientales” (término que comprende a los ahora connacionales de Rusia, Ucrania y Bielorrusia) tuvieron una cultura común, que se expresa tanto en el cristianismo ortodoxo como en el idioma ruso. Esta “cultura común”, de antecedentes milenarios, sentó en buena medida las bases para el nacimiento de la Unión Soviética en 1922, misma que registró su ocaso con su desintegración en 1991.

Por cierto, Vladimir Putin ha descrito a este acontecimiento histórico —es decir: la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)— como “la más grande catástrofe geopolítica del siglo XX”. Esta y otras declaraciones de Putin dejan entrever la añoranza por el imperio ruso-soviético en diferentes momentos de la historia.

No obstante, vale la pena hacer hincapié que, entre ucranianos y rusos, existe una paradójica y polémica relación de expresión nacionalista consistente en rechazo y oposición, como en reconocimiento y aceptación. Lo primero, debido a la histórica hostilidad diplomática de Moscú contra Kiev, que data desde la independencia de Ucrania en 1991. No obstante, las raíces de este conflicto se remontan a décadas anteriores, en las que el totalitarismo comunista de la URSS llegó a efectuar “campañas de limpieza étnica” entre ucranianos, teniendo como efectos la “repoblación” de rusos en el Este y el Sur de Ucrania, o bien, la voluntad de erradicar por completo la lengua original y el culto religioso ucraniano, por citar sólo algunos botones emblemáticos de muestra.

De acuerdo con France 24, 17% de la población ucraniana se identifica con la etnia rusa, aunque, a su vez, un tercio de la población ucraniana tenga al ruso como lengua materna. No obstante, habría que decir que esta pequeña afinidad “prorrusa”, medida y registrada en encuestas recientes, también advierte que se encuentra preponderantemente tanto en Crimea —la península que Rusia anexionó a su territorio en 2014, y que Estados Unidos no reconoce como territorio ruso— como en las regiones separatistas de Donetsk y Luhansk.

En contraposición a ello, al menos, tres cuartas partes del pueblo ucraniano; esto es, 42 millones de sus habitantes, aspiran a integrarse tanto a la Unión Europea como a la OTAN.

Rusia, en cambio, mantiene una posición diametralmente distinta, toda vez que su clase política e intelectual sigue sin aceptar del todo la independencia de Ucrania que data de finales del siglo XX, y mucho menos avala su intención o voluntad política europeísta, porque, como ya se dijo, desde el Medievo la ciudad de Kiev es considerada como la meca de la cultura rusa y del cristianismo ortodoxo. Por esto es que personajes de la talla de Mijaíl Gorbachov —el último presidente de la URSS— o Aleksandr Isáyevich Solzhenitsyn —Premio Nobel de Literatura (1970) de nacionalidad rusa—, mismos que, a su vez, eran descendientes de madre ucraniana y padre ruso, consideraban impostergable “disponer de todos los medios”, a excepción de los bélicos, para evitar el “divorcio” o separación entre los países de Rusia y Ucrania.

- Antecedentes recientes del conflicto Rusia vs Ucrania -

Bien podría decirse que el actual conflicto bélico ruso-ucraniano se remonta, como antecedente inmediato, a la anexión rusa, en el año 2014, de la península de Crimea, considerada hasta ese entonces parte formal del territorio de Ucrania, aunque actualmente en “disputa” y “ocupada” militarmente por Rusia.

No obstante, durante los primeros años de de Ucrania como República independiente; esto es, en las postrimerías del siglo XX, esta nación mantuvo una “buena” relación con el Kremlin, relativamente.

Sin embargo, el otrora oficial de la KGB —la agencia de inteligencia y policía secreta soviética— y primer mandatario de Rusia, desde 1999, Vladimir Putin, siempre trazó una estrategia nacionalista prorrusa sobre Ucrania: impedir que el régimen de Kiev formara parte del selecto club de la Unión Europea (UE) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Por otro lado, desde que Ucrania es considerada como República independiente (1991), su actual Jefe de Estado, Volodímir Zelenski (actor, comediante, guionista, productor, director de cine, según reza su perfil en la red), y quien ocupa el cargo desde 2019, ha sido el más “proeuropeo” de los seis mandatarios que ha tenido este país de Europa del Este desde que es independiente.

Adicional a ello, en los últimos años Ucrania se ha acercado políticamente más a Europa que a Rusia. Muestra de ello es que, en 2016, suscribió un acuerdo amplio de libre comercio con la Unión Europea —lo que fue visto como un vestigio primigenio de su eventual incorporación a este macro región político-económica—. Aunado a ello, dos años atrás Ucrania estableció pactos con la OTAN a efectos de modernizar su ejército, y eventualmente formar parte de ella. De hecho, al día de hoy, las fuerzas armadas ucranianas son las terceras más grandes de Europa —tan sólo después de Rusia y Francia— por el número de militares en activo, con poco más de 200 mil efectivos.

- Acontecimientos relevantes o de trascendencia que abonaron a la tensión ruso-ucraniana,

ordenados de manera cronológica -


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En noviembre de 2013. El cuarto presidente de Ucrania, Victor Yanukóvich (2010-2014), de clara tendencia política “prorrusa”, suspende la firma de un acuerdo de asociación con la Unión Europea, que estaba prevista el 29 de noviembre de ese mismo año, aunado a incesantes presiones de Rusia. La cancelación de dicho acuerdo auspició y cristalizó un claro y masivo descontento por parte de la población ucraniana, y de manera muy acentuada en aquella que se encuentra asentada en el Oeste de aquel país. De modo que, el 24 de noviembre, decenas de miles de ucranianos salieron a las calles para manifestarse contra el Gobierno encabezado por Yanukóvich en la plaza de la Independencia (Maidán), en su capital Kiev, por la suspensión y/o cancelación de este acuerdo de adhesión a la UE previsto desde 2012.

Pero el conflicto y la crispación social ucraniana se extienden hasta inicios de 2014.

El punto de inflexión llegó en febrero de 2014, toda vez que las fuerzas de seguridad ucranianas, comandadas por su primer mandatario, asesinaron al menos a 100 protestantes con la intención de acallar las incesantes manifestaciones. Fue la indignación social ante esta brutal represión lo que provoca la huida de Yanukóvich a Rusia.


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Marzo de 2014. La tensión generada por este conflicto político interno también propició un enfrentamiento entre civiles “prorrusos” y “antirrusos” en Ucrania. Esto fue aprovechado por Putin, quien envió a militares rusos camuflados y agentes de espionaje en Crimea para forzar su anexión a Rusia. Es así como se celebra un expedito referéndum separatista en marzo de ese año, en medio de un buen número de acusasiones de fraude electoral por observadores electorales y diversos medios de comunicación. Y la opción por la incorporación de la Península de Crimea vence con más de 97% de los sufragios de sus ciudadanos, con 87% de participación electoral.

Apenas dos días después, Putin firmó la adhesión de Crimea a su territorio, con la condena y rechazo de la comunidad internacional occidental, que llevó a que tanto Estados Unidos como la Unión Europea le impusieran sanciones económicas importantes a Rusia. Estos hechos provocaron que, el 24 de marzo de 2014, se decidiera la salida de Rusia del G8 —el grupo de los ocho países más industrializados del mundo—. Esto pareció importarle poco al mandatario ruso, quien había anexado un territorio considerado como estratégico por su relevancia geopolítica y geoeconómica. Desde entonces, en la Península de Crimea se asienta la base naval más grande de Rusia, en las inmediaciones del Mar Negro, por la cual anteriormente el Kremlin pagaba a Ucrania una tasa anual por el uso de dicha base, aunque esta era menos sofisticada que la actual.


Entre abril y mayo de 2014, el referéndum separatista celebrado en ese mismo año en Crimea tiene una honda repercusión en el territorio no peninsular de Ucrania, dentro de la región conocida como Donbás, que engloba a las regiones de Donetsk y Luhansk. Es así como un grupo de rebeldes creó las repúblicas populares en Donetsk y Luhansk, de forma que esta zona rebelde “prorrusa”, autodenominada como “Repúblicas independientes”, también conocida geopolíticamente como la “línea de contacto”, era reconocida por Ucrania, hasta hace unos días, como “territorio ocupado”.

Esas “Repúblicas independientes” han hecho reclamaciones territoriales adicionales, aledañas a ellas, para así advertir que las regiones de Luhansk y Donetsk son mucho más amplias. Desde entonces, Ucrania y Occidente han acusado a Rusia de enviar sus tropas a la región y armar a los separatistas.

No obstante, Moscú siempre negó esas acusaciones y ha afirmado que fueron voluntarios rusos los que ayudaron a los rebeldes.

De cualquier forma, no debe obviarse que este conflicto ha cobrado ya la vida de al menos 15 mil personas y 1.5 millones más de desplazados, según estimaciones oficiales.

Al respecto, habría que decir que estos tres territorios también son conocidos en su totalidad como el “cinturón de óxido” de Ucrania: un enclave minero e industrial muy importante para el país y de vital importancia geopolítica y geoeconómica para el Kremlin, ya que por allí pasa el gasoducto directo que va de Rusia a Alemania, denominado como Nord Stream 2, el cual fue culminado en septiembre pasado (2021), y suspendido de sus programadas operaciones para este año por la reciente invasión de Rusia a Ucrania, como una de las tantas sanciones impuestas en días recientes.

Fuente: BBC.

De acuerdo con la BBC, Nord Stream 2 tendría la capacidad de suministrar suficiente gas natural de Rusia a 26 millones de hogares en Europa, a un precio relativamente bajo. El Nord Stream 2 es un gasoducto de mil 200 kilómetros de extensión que logra atravesar el Mar Báltico para transportar gas desde la costa rusa, cerca de San Petersburgo, hasta Lubmin, en Alemania.

El Nord Stream 2 tuvo costo total de 11 mil 350 millones de dólares para ser financiado en un 50% por la empresa de energía estatal rusa Gazprom, y la otra mitad sería subvencionada por las empresas occidentales Shell y ENGIE de Francia. Al respecto, es importante hacer mención que Nord Stream 2 tiene un recorrido paralelo al gasoducto existente Nord Stream, que entró en operaciones desde 2011. Según información de la BBC, “estos dos gasoductos podrían despachar 110 mil millones de metros cúbicos de gas a Europa cada año. Eso equivale a más de un cuarto de todo el gas que la Unión Europea consume anualmente”.

Fuente: BBC.


En septiembre de 2014, fue firmado el primer protocolo de Minsk —en alusión a la capital bielorrusa en donde fue signado— bajo el auspicio de de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), mismo que consistía en un catálogo de 12 puntos como “documento ruta” con la intención de poner término a la guerra civil que se libraba en el Este de Ucrania, entre separatistas “prorrusos” y combatientes ucranianos. Este acuerdo fue signado por Ucrania y Rusia, pero no tuvo éxito debido a violaciones evidentes de ambas partes.

Como señala la BBC, en septiembre de 2015, las negociaciones para asegurar la paz en la región continuaron. Existieron acercamientos, encuentros y diálogo entre los mandatarios de Rusia y Ucrania, con el arbitraje de Francia y Alemania, para así llegar a un nuevo acuerdo de Minsk que, de una vez por todas, pusiera un alto al fuego de manera inmediata y bilateral.

Este nuevo acuerdo ahora consideraba una nueva ruta política para solucionar el conflicto interno: celebrar nuevas elecciones locales en Ucrania; otorgar amnistía a los dirigentes involucrados en el conflicto; otorgar a las regiones de Luhansk y Donetsk un estatus con “autonomía especial” a efectos de evitar el secesionismo “prorruso” y una nueva Carta Magna para Ucrania a finales de 2015, pero el segundo protocolo de Minsk también fracasó y los combates se reanudaron rápidamente en el “cinturón del óxido” de Ucrania. A la par, Rusia ha expedido, desde aquel entonces, aproximadamente unos 800 mil pasaportes para dotar, de facto, la ciudadanía rusa a estas personas.


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De enero a abril de 2021, Rusia comenzó a movilizar sus tropas en las fronteras con Ucrania y también en la Península de Crimea. En abril de ese mismo año, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, definió dicho despliegue como “la mayor acumulación de tropas rusas desde la anexión de Crimea”. Y desde entonces, diversos internacionalistas coincidían que el reconocimiento de al menos estas dos regiones como independientes y parte del territorio ruso, las habilitaba para instalar nuevas bases militares rusas de frente a Europa Occidental.


El 23 de agosto de 2021, 46 Estados y organizaciones, entre ellas la OTAN, firmaron en la capital de Kiev la Plataforma de Crimea, que aludía a varias resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), además de numerosas leyes internacionales. A través de este acuerdo, Occidente exigía categóricamente al Kremlin la devolución de la península ucraniana y el fin de la ocupación de Sebastopol, base histórica de su flota naval en el Mar Negro.


A inicios de diciembre de 2021, Estados Unidos obtiene información de inteligencia que le indica que Moscú prepara una invasión a Ucrania para principios de 2022, en razón del despliegue de las fuerzas armadas rusas en la frontera con Ucrania, con aproximadamente 175 mil militares.


El 16 de diciembre de 2021, la Unión Europea, a través de un comunicado, le advierte a Rusia de imponerle sanciones económicas "enormes” si decide invadir Ucrania.


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El 18 de enero de 2022, Rusia aumenta el envío de tropas a su frontera con Bielorrusia, lo que reafirma lo publicado un mes atrás por la Casa Blanca, respecto de una inminente invasión Rusia en Ucrania.

Fuente: El País.


El 24 de enero de 2022, el Departamento de Estado de Estados Unidos ordena a los familiares de los diplomáticos de su embajada en Kiev que abandonen el país, ante la amenaza de una invasión de Rusia. También autoriza a los trabajadores no esenciales a salir. A su vez, pide al resto de sus ciudadanos que consideren “la oportunidad de salir de Ucrania empleando vuelos comerciales u otros medios privados”, dado que la embajada no estará en condiciones de prestarles ayuda en caso de ataque.


29 de enero de 2022, Joe Biden afirma que planea desplegar tropas en el Este de Europa (miembros de la OTAN) “a corto plazo”, aunque no fuera un gran número de efectivos. El Pentágono cifra los militares en ocho mil 500, quienes se encuentran en “alerta máxima” para desplazarse en caso de necesidad, a raíz de la crisis de Ucrania.


El 15 de febrero de 2022, el presidente Vladimir Putin anuncia una “retirada parcial” de las tropas y la Duma —la Asamblea legislativa de Rusia— le pide que reconozca a las “Repúblicas Populares” de Donetsk y Luhansk como “Estados soberanos”.


El 21 de febrero de 2022, el primer mandatario ruso, Putin, reconoce la independencia de las autoproclamadas Repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk, en el Este de Ucrania, tras un largo mensaje televisado en el que aseguró que la situación en la región de Donbás era “crítica y grave”.


El 24 de febrero de 2022, Rusia, finalmente, lanza un ataque militar para invadir Ucrania.

Fotografía: Stringer - AFP

- ¿Podrá resistir Ucrania el ataque bélico de Rusia? -

De acuerdo con el ranking anual Global Firepower 2022, el poder bélico ucraniano frente al ruso contiene abismales diferencias de superioridad (Rusia) e inferioridad (Ucrania). Este ranking hace una valorización analítica sobre 140 “potencias militares modernas” del orbe, para así medir el potencial de guerra que cada nación tiene en tierra, mar y aire, de forma que los resultados arrojados se sustentan en indicadores como: mano de obra, equipo militar, recursos naturales, finanzas y la geografía endógena del territorio respecto del país respectivo, a través de 50 criterios de evaluación.

Fuente: Global Firepower Index 2022.

En la imagen anterior puede observarse que el presupuesto o gasto público militar de ambos países, destinado a sus Fuerzas Armadas y medido en millones de dólares, resulta casi 13 veces mayor en el caso del ruso respecto al ucraniano, lo que se traduce en un mayor número de tropas activas, aeronaves militares, tanques y fuerza naval a favor del Kremlin. Mayor explicitación respecto de la fuerza bélica rusa y ucraniana se muestra de mejor manera en la siguiente imagen:

Diseño: Roberto Medina - UDGTV 44

- ¿Cuál es el contexto de la presencia bélica e integracionista de la OTAN en la región? -

Actualmente, elementos militares, unidades de combate y escudos antimisiles de la OTAN se encuentran presentes en varios países de Europa del Este, muchos de ellos vecinos colindantes de Ucrania, ante un eventual ataque o invasión frente a sus países miembros.

Fuente: Deutsche Welle.

Los deseos ucranianos de incorporarse a la OTAN, mismos que no se han vistos materializados, constituyen, a todas luces, un factor subyacente a esta pugna. En lo que va del siglo XXI, el presidente Vladimir Putin ha demandado garantías a la comunidad internacional para que Kiev no se adhesione al bloque, argumentando que dicha expansión hacia el Este vulnera su seguridad nacional. Esto porque la expansión territorial de la OTAN hacia Europa del Este ha crecido exponencialmente en las últimas tres décadas.

- Bibliografía -