Ocotlán celebra el aniversario 175 de la aparición del Señor de la Misericordia
Foto: cortesía




Ocotlán, Jalisco

Aún no hay censo de sillas en Ocotlán, pero hoy, las calles principales de la Ciudad del Prodigio están llenas de sillas, sillas de todo tipo, de madera, de plástico, de metal, algunos más innovadores colocaron gradas u otros artificios para apartar y tener un lugar en la entrada de Gremios.

Es 19 de septiembre, las sillas amarradas unas con otras, por aquello del que se fue a la villa…, esperan en las banquetas del municipio, cuando un movimiento telúrico enciende las alarmas, está temblando en Ocotlán, ¡y apenas que iban a comenzar las fiestas!, se lamenta una mujer.

Contrario a lo pensado, horas después del sismo que hizo temblar la parroquia y el monumento al Señor de la Misericordia, todo sigue en pie; Aldo Franco, vocalista de Pequeños Musical, anima a la gente en la plaza principal de Ocotlán, porque habrá fiesta “como Dios manda”, después de tres años en que la pandemia suspendió las celebraciones:

“Hay que seguir adelante, esta es una oportunidad magnífica para aprender a valorar todo lo que hacemos y todo lo que tenemos en casa, hay que pasarla bien, ser felices, y… ¡arriba la soltería!”

Amanece, es la entrada de gremios, miles y miles de personas peregrinan hacia el santuario para reafirmar el juramento que dice que hace 175 años se apareció Cristo en el cielo de la Capital del Mueble, donde paradójicamente, hoy no cabe ni una astilla.

Ocotlán se engalanó desde entonces con eventos culturales que mostraron el talento local y de la región; la segunda semana estuvo llena de música regional mexicana, y un matiz negro, cortesía del rock de Armando Palomas; las terrazas llenas, más de 20 minutos para poder encontrar un baño desocupado, vendedores de rosas, de descargas eléctricas y burbujas de jabón.

El 27 de septiembre hasta se pelearon en honor del Señor de la Misericordia, luchadores profesionales y talentos locales se subieron al ring y llenaron de risa la plaza principal, porque según la señora de rosa, ese día no solo se vendieron algodones de azúcar y rusas, también se vendió el árbitro. La lucha fue tan tremenda, que el niño con una gorra electoral de hace dos trienios, jura que hasta él sintió el golpe que le dieron al luchador que mejor baila, la Sexy Carmela.

En cuanto a las fiestas religiosas, además del juramento, un momento esperado fue la misa de la conmemoración del 175 aniversario, donde el cardenal Franciso Robles Ortega llamó a reflexionar sobre la importancia del año jubilar y lo que dejó al pueblo de Ocotlán.

Me comenta un bolero de la ciudad, que aunque usted no lo crea, extrañará todo de las fiestas, hasta el tráfico y la música a deshora; llegó el momento en que los ocotlenses guardarán sus sillas, hasta el año que viene.