Ocotlán, Jalisco
La digitalización de la economía, de los empleos y, por consiguiente, de la demanda de habilidades, competencias y saberes se aceleró en forma notable debido a la pandemia de Covid-19. Con esto, las formas de comprar, vender, producir, promocionar y posicionar cambiaron abruptamente y desataron una carrera por ajustarse a los nuevos requerimientos del mercado. En todo el mundo se dan procesos de aprendizaje digital acelerados: desde el uso de inteligencia artificial hasta la adquisición de programas y aplicaciones que faciliten el trabajo. Cambian las dinámicas, cambian las empresas y cambian los saberes que deben adquirir y aplicar los trabajadores.
Si bien es cierto que la tendencia tiene un fuerte tono tecnológico y que la ciencia, la tecnología, las matemáticas y las ingenierías ocupan un sitio relevante cuando se habla de los empleos del futuro, también hay una gran necesidad de desarrollar competencias sociales, emocionales y cognitivas superiores. De acuerdo a los datos del Banco Mundial, en 2025 se habrán creado 149 millones de nuevos empleos como resultado de la automatización y la digitalización. Y esto implica que habrá una demanda importante de trabajadores con conocimientos y competencias en tecnología, con pensamiento crítico y con la capacidad de planificar, trabajar en equipo e innovar en forma permanente.
Con la digitalización de la economía, los oficios más perjudicados son los manuales y los mecánicos, los que pueden ser reemplazados por una máquina. Pero, en cambio, otros oficios y saberes se vuelven más cotizados: el pensamiento crítico, la comunicación y el uso de tecnología para dicho fin, la planificación, el trabajo en equipo, la creatividad y la imaginación, la autogestión y, en general, lo que se conoce como habilidades blandas: saber escuchar, comunicarse, liderar, tomar decisiones, generar ambientes laborales empáticos, etc.
No sólo estamos ante un cambio del mercado laboral marcado por la tecnología y el aprendizaje digital acelerado sino ante una revalorización de lo humano, del saber hacer, de compartir y convivir, de pensar en forma crítica hacia dónde deben ir los cambios. Hay una profunda necesidad de cuidar el medio ambiente, de mejorar las condiciones de vida de millones de personas, de minimizar la desigualdad y de que el trabajo rompa la tendencia de la precariedad en la que ha venido cayendo en las últimas décadas.
Ante un mundo tan cambiante, uno de los grandes retos es preparar a las nuevas generaciones para un escenario laboral cambiante: no sólo es tiempo de saber más sobre el mundo digital sino que hay que formar en pensamiento crítico, en habilidades blandas y en la conciencia de cómo son los tiempos que nos toca enfrentar. Los saberes tradicionales se quedan cortos frente a la aceleración del mundo, por lo que el reto está en construir un sistema de capacitación y comprensión constante de los cambios que viviremos.
Por Héctor Farina
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