El Análisis | Liderazgo en equipo
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Todo es posible si hay equipo. Plural de plurales, eso es el equipo. Suma poderosa de corazones apasionados. Es la manifestación de la convivencia grupal, es la marca distintiva que puede tener un grupo de personas. Es la expresión del todo que se manifiesta en cada acción. El equipo es la máxima representación que identifica a todos los miembros que lo componen.  No alcanza con estar en un grupo de personas, a ese estar hay que añadirle el sentir lo relevante que implica el hecho de pertenecer. Se pertenece cuando se quiere lo que se vive. Hay que querer al grupo en donde puede crecer el ser humano. No se puede exigir dicha querencia, se tiene que sentir; y aquí reside quizás el indicador más profundo de los equipos exitosos,  sus miembros tienen la dicha de sentir al equipo. Eso hace que se destaquen, que inexorablemente se desarrollen, que inevitablemente triunfen. Si hay equipo hay liderazgo. 

Ese pertenecer necesita de la formidable compañera llamada organización, es ella la que le da firmeza y prestigio. El orden del equipo produce estabilidad, ímpetu, movimientos acordes a las situaciones que se puedan presentar. Un equipo ordenado inspira respeto. En los detalles se destacan los equipos líderes, sin lugar a dudas. Hoy el nivel de competitividad, en todos los órdenes de la vida, se diferencia por el nivel de lucidez a la hora de realizar los detalles. Un equipo meticuloso en sus prácticas es un equipo que brilla en sus presentaciones cotidianas. Los equipos líderes son ordenados y transmiten autoridad. 

El equipo se arma cuando se decide vivir de esa manera, en equipo. La decisión es de valientes, no es fácil tomarla aunque es de exigentes vivirla. Cuando el otro es el equipo la experiencia vivencial trae grandes desafíos. El querer vivir en equipo facilita la cohesión grupal. La unión de voluntades acarrea compromisos permanentes. A mayor nivel de involucramiento mayor posibilidad de superar cualquier desajuste que aparezca. 

Vital es la vida interna del conjunto, sin ella es muy complejo construir un equipo. El equipo vive cuando hay un gran cuidado de la intimidad. En la intimidad el festejo, en la intimidad el dolor. En la intimidad del equipo se viven todas las emociones. Los vínculos positivos entre sus miembros le dan solvencia constante al actuar en conjunto. La personalidad del equipo florece cuando hay una comunidad de valores internos que la alimentan. 

La existencia de los latidos compartidos aumenta las posibilidades de alcanzar los objetivos. Hacia dónde quiere ir el equipo, qué es lo que quiere lograr, qué tiene que hacer, qué más puede elaborar, cuáles son los futuros planes a realizar, qué se puede modificar, qué se puede mejorar, qué no es conveniente volver a hacer, quiénes lo acompañan y quiénes no. 

Los líderes aprenden a vivir en equipo. Ese aprendizaje es constante, siempre hay un equipo para quienes están dispuestos a convivir con el otro. En cada sociedad hay muchos equipos y se requiere de muchos más. Cada equipo puede aportar sus virtudes, sus enseñanzas y sus ganas de crecer.  

Por Marcelo Pedroza