El Análisis | Algunos datos de inequidad laboral
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Ocotlán, Jalisco

Uno de los grandes problemas de las economías latinoamericanas es la desigualdad. No sólo en cuestión de ingresos, distribución de la riqueza, oportunidades laborales o educativas, sino en cuestiones sociales, culturales y hasta de entretenimiento. Y México no es la excepción. Como un ejemplo de las inequidades que se incuban y reproducen en el ámbito económico, hace unos días se dieron a conocer los datos de la brecha laboral por cuestiones de género: las mujeres no sólo trabajan más que los hombres sino que dedican casi 78 horas semanales al trabajo: la mitad a sus empleos remunerados y la otra mitad a los trabajos domésticos que no son remunerados, según resultados de la Encuesta Nacional de Uso de Tiempo (ENUT).

Si ubicamos la cuestión en un espectro más amplio, los mexicanos y mexicanas son los que más horas trabajan dentro de los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE): 2 mil 246 horas al año en promedio. Como referencia, en Alemania se trabaja en promedio mil 371 horas al año, pero los resultados en cuanto a ingresos son otros. Los datos hablan solos: antes de la pandemia, en México ya había 52 millones de personas en pobreza, en tanto las estimaciones apuntan a que debido a la crisis sanitaria y económica, la cifra quedaría cercana a los 70 millones. En otras palabras, estamos ante una situación en la que se trabaja mucho, se gana poco y la pobreza se mantiene o crece.

Pero si frente al mundo ya hay una marcada desventaja, en la situación interna también se reflejan las inequidades: las mujeres le dedican tres veces más tiempo a las labores domésticas que los hombres, lo que se convierte en una limitación para la incursiones en el mercado laboral remunerado, el desarrollo profesional, la cultura y el entretenimiento. Y con la pandemia y el confinamiento, las complicaciones del trabajo en casa se agudizaron. A esto debemos sumarle la brecha salarial que indica que en promedio las mujeres ganan 16 por ciento menos que los hombres por hacer el mismo trabajo, en tanto en algunos sectores de la industria esta diferencia llega fácilmente al 30 por ciento.

Así como los salarios en México se encuentran entre los más bajos de América Latina, también la brecha salarial es una de las más profundas. No sólo se trata de que una mujer debe trabajar 35 días más al año para ganar lo mismo que un hombre, sino que hay una carga laboral desigual, tanto en el trabajo pagado como en el doméstico, y una desproporción en el tiempo disponible. Y detrás de estas inequidades, ahí están los problemas educativos, con una educación que no llega a todos los sectores y que no ha logrado la calidad suficiente para revertir desde abajo los sistemas de desigualdad, de exclusiones y privilegios.

Estamos en tiempos de crisis sanitaria y económica. Y también en tiempos de reinvención. Frente al riesgo de que la desigualdad aumente en forma escandalosa debido a la pandemia, tenemos que contraponer la construcción de escenarios más equitativos: hay que reajustar los usos del tiempo, equilibrar los salarios y las oportunidades, pero sobre todo se debe empezar por la calidad de la educación como base de la transformación.

Por Héctor Farina Ojeda