Para lograr la pacificación, se requiere que los gobiernos “desactiven todas las violencias”, con una estrategia a largo plazo, advirtió Jorge Ramírez
Fotografía: Comunicación social UdeG




Jalisco, México.

En meses recientes, el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Enrique Alfaro, han presumido la reducción de algunos índices de inseguridad, sobre todo, informan que hay menos homicidios. Sin embargo, eso está lejos de acercarse a una tendencia hacia la pacificación. 

El investigador Jorge Ramírez Plascencia, jefe del Departamento de Sociología del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), presentó la master class “La violencia en México, sus causas y remedios”, frente a Casa Jalisco, donde explicó que “estamos en un río de sangre todo el país” y no existe una estrategia a fondo para lograr la paz.

Desde hace 15 años (desde el sexenio de Felipe Calderón), dijo el especialista, se vive una espiral de violencia y este es uno de los principales problemas de Jalisco y del país.

“Tenemos a nivel nacional -en 15 años- tenemos que contabilizar más de 350 mil asesinatos en todo el país, desde que se desató la guerra contra las drogas de Felipe Calderón y como tenemos estancada una cifra de homicidios anuales que anda ahora sobre los 31 mil homicidios cada año, imagínense lo que eso significa”, explicó.

En Jalisco, la situación es igualmente grave, con el añadido del problema de las desapariciones, dijo Jorge Ramírez.

“Y también aquí en Jalisco tenemos 2 mil 230 homicidios cada año, esos fueron los que se contabilizaron en 2021 y también tenemos por desgracia 14 mil o 15 mil desaparecidos, personas que han sido desaparecidas y no sabemos su paradero”, indicó.

Se han denunciado 26 mil 169 desapariciones en Jalisco hasta 2022 y de esa cifra, 13 mil 866 personas continúan desaparecidas. 77 por ciento son hombres, una proporción superior a la media nacional, que es de 58 por ciento.

Del total de desapariciones, 67 por ciento suceden en los nueve municipios que conforman el Área Metropolitana de Guadalajara.

Fotografía: cortesía

La violencia destruye la convivencia y se tiene una idea popular limitada de lo que es. En realidad, apuntó, solo vemos la parte visible de la violencia. Sin embargo, la violencia no solo son agresiones, “es todo aquello que interfiera para que las personas alcancen su pleno potencial”. 

Por ello, es importante “identificar, nombrar y combatir la violencia”, entre ella la violencia estructural y la violencia cultural, la desigualdad y las agresiones a la mujer, que van desde la violencia económica a la violencia física.

El docente de las carreras de sociología y comunicación pública de la UdeG afirmó que pese a lo que dicen algunos, no es bueno “pactar” con el crimen organizado. Eso sucedió en Colombia y parece suceder en México: bajan los indicadores de homicidios, pero se están incrementando las desapariciones. Esto no cambia la violencia.

Habló del caso de Mazamitla, pueblo mágico y destino turístico de montaña en el sur de Jalisco:

“Por ejemplo, en Mazamitla si conocieron el pueblo antes de esta oleada que empezó hace poco más de un año, Mazamitla era un lugar muy seguro. La gente presumía que podía dejar su casa abierta, los autos no se cerraban y no pasaba nada. La zona de Mazamitla y los pueblos aledaños eran un modelo de seguridad -aparentemente- pero hubo un conflicto interno hace poco más de un año y eso ha generado una violencia que no se ha podido controlar”, precisó.

Jorge Ramírez advirtió que la paz no se está logrando, no hay una estrategia para llegar a ella. Eso puede hacerse a largo plazo, pero se requiere “desactivar todas las violencias, no solo las visibles, no solamente las que mide la autoridad, sino la violencia estructural y la violencia cultural”, finalizó.


Ignacio Pérez Vega