El restaurant Florida y sus casetas telefónicas, un servicio para acortar las distancias y saciar el hambre




Por Gabriela Arreola

Las casetas telefónicas ubicadas en el restaurant Florida, en el centro de la ciudad, fueron un servicio que sirvió para que en aquellos años en los que no existían celulares, las personas se pudieran comunicar y además, pudieran saciar el hambre consumiendo la comida corrida que día a día se preparaba en el local, ubicado en la parte frontal del Cine Vera, por la calle Juárez, justo a un costado de la parroquia.

Un negocio que poco a poco fue prosperando

Tarjeta sanitaria de El Florida con foto de don Carlos Reyes Rojas

Carlos Enrique Reyes Hernández, uno de los hijos de quien estuvo a cargo del restaurant Florida y sus casetas telefónicas desde 1981, don Carlos Reyes Rojas, explica cómo fue que el negocio llegó hasta las manos de su padre y los clientes empezaron a acercarse al local.

«Cuando se tomó el negocio, que mi papá tomó el negocio, los asiduos eran gente que iba a tomar café, entonces el negocio lo traspasaban no por favor, era porque el negocio no era realmente un negocio, porque la gente iba dos o tres horas para tomarse uno o dos cafés. Empezó a llegar la gente a comer, y empezó a hacer a un lado a los que llamábamos nosotros los cafeteros y no sé, a la semana, a los quince días, al mes, pero fue pronto, se vinieron los obreros y los contratistas a hacer  de la fábrica de calzado Canadá en el boulevard Orozco y Jiménez y cayeron a desayunar, a comer y a cenar».

Señor Carlos Reyes Rojas al frente, cuando las casetas se trasladaron a otro sitio

Vencer la distancia con una llamada

La señora María Guadalupe Hernández de Alba, viuda de don Carlos Reyes Rojas, explica cómo era el funcionamiento de las casetas telefónicas, cuando en Lagos eran contados los hogares que tenían teléfono fijo. Las casetas eran muy importantes porque ayudaban a que, a pesar de las distancias, las personas estuvieran comunicadas.

«Pues llegaba la gente, decía “quiero hablar a este número”, le apuntaban en un recibo a qué número, qué ciudad, el área y todo, entonces él llamaba desde un teléfono afuera del escritorio y de ahí se comunicaba al teléfono de la caseta y ya les decía que se pasaran y se encerraban y hablaban; o hablaban a la caseta y decían que querían hablarle a tal persona y le daban el domicilio, entonces iban a darles el papel para decirles quién les hablaba y a qué hora. Era a una hora, por ejemplo, decían “voy a hablar a las doce”…».

Parte del Menú de El Florida

Sobre el restaurante, la señora María Guadalupe Hernández de Alba tiene algunas anécdotas, pues por su cercanía al teatro, en algunas ocasiones reconocidos actores llegaron a ir al Florida a comer y a hacer sus llamadas telefónicas.

«Había muchas obras de teatro, traían muchas buenas obras de teatro, y llegaban los actores al Florida a desayunar, al cafecito. Me tocó ver a Silvia Derbez, Regina Tornel, a Guillermo Murray, a Joaquín Cordero. Joaquín Cordero llegó a ir varias veces, iba con Tila (la cocinera) y le preguntaba si tenía su bolillito con nata, porque en otros lados ya ni la conocían».

Retratos de don Carlos Reyes Rojas y carta de recomendación para que fuera el molinero en Lagos de Moreno

El Florida y sus casetas estaban desde antes de que el señor Carlos Rojas tomara el restaurant; sin embargo, fue gracias a él que el lugar prosperó por cerca de veinte años y sirvió de sustento a su familia. Su hijo, Carlos Enrique Reyes Hernández, dice que el mejor recuerdo de su padre es el ejemplo que siempre les dio a él y a sus hermanos: la honradez y la honestidad, además de siempre tratar de dar el mejor servicio al cliente.