Pieza de paso: un tránsito poético hacia la madurez




Por Gabriela Arreola

Pieza de paso es una obra colectiva que recogió en su momento los poemas de los entonces estudiantes de la licenciatura en Humanidades Isabel Escobedo, Nancy Cedillo, Román Villalobos y Paúl Martínez. El pequeño volumen representó una de las primeras oportunidades para que los jóvenes autores dieran a conocer su trabajo dentro de las letras laguenses, talentos que, hasta la fecha, en la misma ciudad la mayoría de ellos, siguen floreciendo.

Un evento fortuito en nombre de la poesía

El libro inauguró la Colección Libélula de la Editorial del Centro Universitario de los Lagos, y surgió gracias a la idea de una querida maestra de la carrera antes mencionada, la doctora Rossina Spinoso Arcocha.

Pieza de paso, creo que teníamos otras dos opciones en mente, que no recuerdo, la verdad, pero Pieza de paso en un momento fue para nosotros como una especie de transición, por decirlo de alguna manera; era literalmente como una pieza de paso y de ahí surgió la idea de dividirlo en pasillos, entonces, fue para nosotros un camino que transcurríamos con estos textos, fue como una pieza o un objeto que te hace llegar a otro objetivo que en ese momento no teníamos muy claro. Te digo que todo fue muy fortuito”, comparte la egresada de la licenciatura en Humanidades con Orientación en Letras y maestra, Nancy Cedillo.

Paúl Martínez. Fotografía de Ale Coss

El tránsito hacia la adultez bajo el cielo de una ciudad en común

En el trabajo de algunos de los escritores, a pesar de estilos disímiles y particulares, es posible percibir la influencia ejercida por el contexto laguense, por sus vicios y virtudes y por sus personajes tan emblemáticos. En los escritos de otros tienen un peso mayor las tempranas experiencias de vida vistas desde la inmadurez y la inexperiencia. Al final de cuentas, el valor sustantivo de los poemas en Pieza de paso reside en ese traducir el mundo interior y exterior bajo los términos de la imperfecta, bella y atemorizante juventud.

“Yo respeto muchísimo el trabajo que hacen ellos tres, por ejemplo, con Isabel siento que ella es mucho de detalles, refleja mucho la cotidianidad, pero por medio de detalles ínfimos a veces y por medio de un detalle te hace ver una idea grande que tú dices “sí es cierto, cómo yo no vi esto si está aquí y lo veo todos los días”, eso es lo que tiene mucho su trabajo y eso lo admiro mucho en ella. Por ejemplo, Román, también, yo siempre le digo que él es uno de mis poetas favoritos y pues sí, me gusta muchísimo lo que escriben tanto Paúl, como Román e Isabel, yo soy seguidora del trabajo de ellos tres”, añade la joven poeta.

Román Villalobos. Fotografía de Lucero Vargas

Además, indica que con algunos años transcurridos desde la escritura de los poemas y de su publicación, no se siente tan identificada con sus viejos textos; sin embargo, se reconoce aún en ellos, en esas cosas que recuerda haber sentido, situaciones que ha superado y que siguen ahí como un testimonio de lo que pensó, lo que quiso o sintió.

Por otra parte, cree que el papel de los poetas en el mundo es fundamental:

“No solamente poetas jóvenes, yo creo que en general los poetas o la juventud tenemos la responsabilidad de plantar cara a las circunstancias, cualesquiera que sean, que esté ocurriendo. Los poetas también tienen una función dentro de la sociedad, pero es una función que, como no es palpable, un poco pasa desapercibida siempre, entonces, yo siento que la responsabilidad de los poetas es seguir escribiendo, es un poco introducirnos más dentro de la sociedad y escribir más de las cuestiones que preocupan”, concluye.