La fiesta de la Agustín Rivera
Luis González y María Dolores en su negocio El Marino




Por Gabriela León

La calle Agustín Rivera en el centro del municipio se cierra todos los viernes de Cuaresma desde hace décadas, para que múltiples comerciantes de mariscos vendan a locatarios y extranjeros, este platillo.

Para Luis González y su madre, María Dolores, este negocio es, desde hace unos temporales, una fiesta de vendimia de tacos y empanadas de pescado o camarón, que comparten con otros marisqueros de la ciudad.

“La tradición de poner ahí los puestos de taquitos, si tiene fácil más de 30 años, pero fuerte tiene como unos 20 años, que se tapa la calle, porque antes era menos gente y pues a la gente no a toda le gustaba o no estaba acostumbrada, y ya ahorita como ya todo mundo se acostumbró, además cuidamos mucho, no la tradición, sino la devoción, pudiera ser”.

A pesar que son más de cinco o seis puestos, estos comerciantes no tienen necesidad de competir por los comensales, ya que todo el día, desde las siete de la mañana y hasta las nueve de la noche, cientos de clientes acuden a la vendimia o a la fiesta de tacos de pescado, como se refiere María Dolores.

“Nosotros nos venimos a las cinco de la mañana, para sacar todo lo que es puesto y los pescados, desde un día antes estamos picando lo que es el col, la cebolla, el jitomate, porque no se puede hacer todo el día, hacemos nuestras bolsitas de verduras y de la sala que también es tradicional”.

En su caso particular, para este trabajo anual, además de los empleados de su local, que se ubica a unos cuantos metros de esta calle, también cada año emplean a los mismos 12 ayudantes para agilizar el servicio en el puesto callejero, pues comenta, no se dan abasto en el desayuno, la comida, ni la cena.

El pescado que compran para los laguenses y aquellos de estados vecinos como Aguascalientes o Guanajuato, viene desde el mercado del mar en la ciudad de Guadalajara. Cuando a María Dolores se le preguntó, cuantos eran los kilos de tiburón garzón que compraban para estos días, no pudo dar una cifra exacta: por un lado mencionó que de mil kilos que pudiera comprar, terminaban por hacerse 600, luego de que les quitarán el cuero y demás, el otro motivo, es, sencillamente que se necesita demasiado.

Esta tradición, además de ser parte del culto religioso, a este fiesta gastronómica se le agrega el poder hacer salir a la gente de su rutina, aunque sea una vez a la semana, quienes sean gustosos de este platillo, prefieren esperar para consumirlo un año.

“A la gente le gusta, que no lo consume todo el año porque no es muy barato, pero a la gente le gusta. Todo el año vendemos aquí en el negocio, pero es más emocionante ir a comértelos ahí”.

Los tacos de pescado y camarón que ellos venden cuestan 18 y 20 pesos respectivamente; María Dolores comentó que los precios suben en esta temporada por la oferta y la demanda, aunque este año, el precio del camarón quedó intacto, pues la venta de este pequeño marisco rojo, bajó este año.

“Lo que pasa es que es pescado nacional, es pescado fresco, y pues como todo, el 10 de mayo la flor sube a morir, en las fechas que suba a fuerza, se encarece, además que es bueno y es de calidad, compramos el tiburoncito completo, aparte que es la demanda, como ya no hay tanto pescado, todo mundo nos peleamos”.

Por ser un trabajo de calle de casi 24 horas, la duda sobre si la venta disminuyó a raíz de la violencia que atraviesa el municipio surgió en la charla, pero afortunadamente María Dolores aseguró que no había notado repercusiones directas o inmediatas en esta fiesta de los tacos de pescado y afirmó además, que de la seguridad para comensales y transeúntes que asisten a estos puestos, se encargan todo el día los agentes de tránsito que cierran esta decorosa calle.