Instituto indígena condena asesinato de dos nativos triquis en Oaxaca
Fotografía: EFE/ Mario Guzmán




Ciudad de México, México.

El Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) de México expresó este miércoles "su más enérgica condena" ante los homicidios de dos nativos triquis acontecidos el pasado lunes en Oaxaca.

"El INPI expresa su más enérgica condena ante los homicidios de Oliverio Martínez Merino y Flor de Jesús Hernández, originarios de la comunidad de San Juan Copala, los cuales ocurrieron este lunes 28 de junio en la región Triqui del estado de Oaxaca", apuntó el órgano en un boletín.

La institución lamentó "cualquier agresión y forma de violencia en contra de la integridad física y la vida de las personas, sobre todo cuando se trata de crímenes entre hermanas y hermanos indígenas" que comparten una misma cultura, historia y vida colectiva.

Del mismo modo, hace un llamado para que las autoridades correspondientes en materia de procuración e impartición de justicia de la entidad, "inicien las investigaciones para esclarecer y castigar a los responsables por este doble homicidio".

"Así como de otros que se han registrado en la región triqui de la entidad oaxaqueña, en perjuicio de personas indígenas", agregó el comunicado.

El INPI también llamó de manera respetuosa a las autoridades y a todas las partes involucradas, "a resolver cualquier diferencia o conflicto por la vía del diálogo, para terminar con décadas de violencia y agresiones entre comunidades indígenas de la zona"

Y consideró "necesaria la instalación inmediata de una mesa de negociación plural e interinstitucional" que facilite, en un mediano plazo, lograr una paz verdadera y justa para la comunidad triqui de San Juan Copala.

El pueblo triqui no es la única comunidad indígena que padece violencia en los últimos meses, pues en Sonora, donde habitan los yaquis, fueron asesinados este junio los líderes Tomás Rojo Valencia y Luis Urbano Domínguez.

La lucha histórica más encarnizada de la tribu yaqui por la tierra y el agua data de finales del siglo XIX, y terminó con deportaciones de los indígenas desde Sonora (noroeste) a la península de Yucatán (sureste).