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Radio UdeG
Guadalajara, Jalisco.
Para el Presidente de la Asociación Nacional de Empresarios Mexicanos de Grúas, Enrique Dueñas, la falta de un transporte público de calidad obliga a las personas a adquirir un automóvil de bajo costo, aunque esto redunde en un problema mayor, porque vehículos con más de 30 años de antigüedad presentan fallas mecánicas incosteables y estas moles de acero terminan arrumbadas en la vía pública obstruyendo accesos, guardando basura o incluso alguien las convierte en viviendas.
Autos siniestrados, sin documentos y descompuestos, se convierten en ornatos de calle.
¿No me cree? ¿Por cuántas semanas ha visto el carro de su vecino sin moverse, o cómo de la noche a la mañana aparece una “carcacha” y ahí se queda?
Y aquí surge la pregunta:
¿Por qué estos vehículos no son arrastrados por las famosas grúas piratas? ¿Por qué un auto que se puede convertir en posible basurero o nido de roedores no es remolcado por alguna autoridad? ¿Acaso por no poder recaudar, no interesa que estorbe?
Foto: TW| @SandraCuevas_
Mientras las calles y avenidas de los municipios se han convertido en un espacio de caza de grúas pirata y la Policía Vial siempre está al acecho del ciudadano que cometa una infracción, la periferia del Área Metropolitana de Guadalajara es otra historia.
Allá de plano son ignoradas.
Un caso particular está en la Colonia Mesa Colorada, de Zapopan, donde debido a su abandono, varias de sus calles se han convertido en verdaderos cementerios de autos que, luego, son utilizados como basureros o que personas en situación de calle los convierten en sus casas.
Negocio o responsabilidad social: esa es la disyuntiva que surge cuando se compara la función de las grúas piratas y el actuar de las autoridades, además, los ciudadanos no se explican cómo un negocio se encuentra por encima de la tranquilidad de las personas, pues mientras un auto en línea amarilla es retirado casi de inmediato, un carro abandonado puede durar hasta décadas porque no hay quien pague por su arrastre.
Lamentable, como suena, esa es nuestra realidad: basureros de autos abandonados.
