Se va y se corre con: Abraham Calva, compositor
Fotografía: @dannymomoo




Guadalajara, Jal.

El gusto por la música le fue inculcado por su padre desde temprana edad. Su madre dice que silbó antes de aprender a hablar. Aunque en su familia había gusto por la música y las artes, y él demostró desde pequeño habilidades musicales, no sería sino hasta los 14 años cuando, por petición suya, recibiría sus primeras lecciones de violín. De familia de médicos y abogados, tuvo opciones de estudiar carreras socialmente aceptadas, algunas de su gusto como la arquitectura. Lo cierto es que al salir de la secundaria ya sabía que quería dedicarse de lleno a la música.

Además de su amor por los instrumentos de cuerda, confiesa haber tomado muchas decisiones de su vida por soberbia, o más bien, por esa necesidad de trascender en el tiempo, de ser visto. Así, cambió el violín por el piano, clases de armonía y composición.

Abraham Calva es un compositor, pianista, director y artista multidisciplinario tapatío. Inició sus estudios en composición en la Escuela Municipal de Música de Zapopan con el maestro

Hermilio Hernández: el autor cuyo legado musical trasciende a la muerte

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">Hermilio Hernández y egresó de la Licenciatura en Composición de la Universidad de Guadalajara.

En su obra retoma las ideas estéticas de los siglos XVII y XVIII, nutriéndose de las tradiciones musicales de América Latina, particularmente del danzón.

Fue premiado en las dos ediciones del Concurso de Composición de Danzón convocado por el Centro Nacional de Investigación y Difusión del Danzón (CENIDDAC) con los danzones Cafetales y La Conquistadora, en el 2011 y 2012 respectivamente.

Con el apoyo del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico PECDA en su edición 2020 – 2021, publicó Se va y se Corre, 54 piezas para viola y piano de carácter formativo y didáctico inspiradas en la lotería mexicana.

Su obra Continuo para orquesta de cámara fue estrenada por la Orquesta Filarmónica de Jalisco al conseguir el segundo lugar en el Concurso Nacional de Composición Orquestal “Raíces 2021”.

Este 15 de enero se conmemora el Día Nacional del Compositor, fue en este día, pero de 1945 cuando se fundó la Sociedad de Autores y Compositores de México. En el marco de la fecha nos reunimos con Abraham Calva Para hablar sobre su trayectoria como compositor.

¿Como surgió en ti el interés por la música?

Desde chico ya traía la espinita y el gusto. Mi papá es melómano, desde siempre me estuvo inculcando el gusto por la música de muchos géneros, y mi mamá dice que yo silbé antes de aprender a hablar, entonces creo que si traía la beta desde muy chico. A pesar de que a mi familia le gusta mucho la música nunca tuve el apoyo de tomar clases o que me llevaran con algún maestro, hasta que salió de mí y se los pedí, pero ya entre comillas grande, a los 14 años. Empecé primeramente con clases de violín y después de piano. A finales de la secundaria y en la preparatoria ya sabía que quería dedicarme de lleno a la música.

¿Qué contribuyó a tu decisión?

Yo tenía opciones para estudiar carreras socialmente aceptadas, me gusta mucho la arquitectura y mi mamá es odontóloga y también me gusta. Tenía muchas opciones, pero siempre pensaba a la música como segunda opción, hasta que dije ¿para qué me hago tonto? si música siempre ha sido la segunda opción más por el hecho de no caer en eso que socialmente te dicen - te vas a morir de hambre, vas a terminar tocando en los camiones - entonces dije, toca ser valiente y dedicarme de lleno a esto y ver hasta dónde llego. Fue darme cuenta de que para mí era necesario hacerlo.

¿Cuál fue la reacción de tus familiares cercanos?

Si hubo rechazo por parte de mis papas, porque, aunque tienen gusto por el arte en general y la música, en mi familia no ha habido ningún integrante que se haya dedicado de manera profesional a ninguna de las disciplinas artísticas. Venimos de una familia de médicos y abogados, entonces para ellos era de estudiar algo que me produjera y me diera con que vivir, entonces música no era una opción. De ellos venía la opción de estudiar algo, y después música. La noticia no les cayó muy alegre, pero me di a la tarea de darles a conocer que tenía amigos que habían estudiado música y no les iba mal en sus trabajos y proyectos, les pedí un voto de confianza para poder estudiar esta carrera. Cedieron y a la fecha creo que están un poco renuentes, pero ya ven con mayor claridad lo que puedo hacer y que sí soy capaz de vivir de esto.

Platícanos más sobre los instrumentos con los que iniciaste.

A las cuerdas las amo, siempre me cautivaron desde muy chico y por eso empecé a estudiar violín en una academia muy pequeña. Cuando decido que yo quería ser compositor, de manera instintiva pensaba en compositor y me venía a la mente la imagen de un compositor tocando el piano, veía a los retratos de los compositores y siempre están tocando el piano, entonces dije quiero clases de piano, no tanto porque me gustara o me viera en el futuro tocando el piano, pero pensaba que compositor es igual a piano. Decidí dejar el violín para concentrarme más en el piano, pero la cuerda siempre me estuvo llamando. En la escuela tuve que escribir una sonata para el instrumento que yo quisiera y piano, escogí la viola porque casi no hay música para viola. Cuando presento la obra me fue muy mal, me gusta mucho pero técnicamente es muy deficiente porque no conocía el instrumento como tal, el coraje me hizo decidirme a tomar clases de viola y fue encontrarme con ese antiguo amor de la cuerda frotada. Realmente son los dos instrumentos que me han acompañado a lo largo de mi carrera.

Muchos jóvenes se piensan como instrumentistas, el pensarse como compositor me parece más ambicioso, más complejo ¿Implica el querer dejar un legado o decir algo nuevo? ¿Cómo surge en ti la idea de ser compositor?

Siendo muy honesto, muchas de las decisiones en mi vida las tomé por soberbia y por esa idea de querer trascender al tiempo y el espacio. De alguna manera tenemos muy ubicados a los compositores de la historia, pero a los intérpretes no tanto. Yo en ese entonces no sabía que el cómo entendemos la historia de la música es muy reciente, eso del legado no existía hace algunos siglos, es más reciente. Pero yo quería eso, tontamente yo me imaginaba una jerarquía entre quien está primero y quien sabe más y para mí en la pirámide siempre en la cabeza estaba el compositor, sin él no hay director, no hay orquesta no hay músicos, no hay nada. Realmente eso fue lo que me motivó, el querer estar en la cima. Tenía el gusto y notaba ciertas aptitudes para componer, pero me costó mucho trabajo, no fui un alumno brillante en la carrera. Fue la soberbia la que me hizo tomar decisiones sin haberlas pensado, pero a la larga no me arrepiento de ellas, aunque en su tiempo sí me costaron demasiado trabajo, me hicieron sufrir.

¿Qué oportunidades había o hay para estudiar composición? ¿Qué se necesita para ser compositor?

Opciones en ese tiempo y todavía a la fecha, son pocas y probablemente la más completa sería la Universidad de Guadalajara, pero fuera de eso hay muy pocos espacios, o habido, pero no han podido mantenerse. Es una ciudad y en general un estado muy complicado. Me ha tocado ir a laboratorios y cursos fuera del estado de Jalisco y uno lo nota, a pesar de que somos un estado tan grade y con tanta gente y con tanto ingreso y tanta producción, hay estados mucho más pequeños que tienen muy buenas escuelas de música y de composición, y sobre todo están muy bien vinculadas con otros estados y ciudades, incluso con el extranjero. Aquí creo que el gran problema en la cuestión musical es esa especie de endogamia en el que colaboramos solo entre tapatíos, no nos abrimos a otros, no nos interesa salir y creemos que estamos en la mira a nivel nacional, pero cuando volteo a ver a Jalisco desde otras partes, no esta tan padre la verdad.

Creo que hace falta un cambio más profundo en políticas culturales y decisiones de las universidades para que podamos ser más competitivos, yo no veo que Jalisco en materia de composición o en materia musical en general seamos competitivos como en otros lugares. Claro que hay figuras que sobresalen, pero generalmente son personas que no estudiaron aquí, producto de las universidades o de las políticas jaliscienses creo que son contados, muy pocos. En composición creo que hace falta más variedad. Lo que trunca y detiene la formación musical de una ciudad o de un estado es la falta de variedad y de competencia. Aquí la composición es exclusivamente de música de concierto y fuera de eso no hay otras opciones, por ejemplo, jazz o música popular. Lo interesante es cuando se empiezan a entrelazar todas esas músicas, falta abrir el panorama.

¿Entonces en la universidad estudias directamente composición? ¿Como te preparaste para ingresar?

Después de la academia de música opté por ingresar al taller experimental de música de la UdeG y tuve un golpe de suerte gigantesco, conocí a la que fue durante muchos años mi maestra y ahora es mi amiga, Karla Flores, una pianista muy talentosa. Ella me empezó a dar clases en el taller y clases particulares. Estuve trabajando con ella desde los 14 a los 18, a ella le platiqué que mi intención era vivir de esto y de la composición en específico, ella me recomendó entrar primero al profesional medio, pero dije: no, ya estoy viejo. Me apoyó en mi decisión y me ayudó a preparar mi examen de admisión, sobre todo en piano. Por fuera estuve tomando clases de armonía y poco después ingresé a la Escuela Municipal de Música de Zapopan a tomar clases de composición y armonía con el maestro Hermilio Hernández.

Cuando hice el tramite para ingresar apliqué los exámenes de aptitudes: piano, contrapunto, armonía y solfeo. En piano me fue muy bien, en las otras muy mal. Siento que me tocó un momento en la universidad en la que había muy poca demanda de la carrera, por cuestiones administrativas si no hay alumnos se corre el riesgo de perder recursos, no me lo ha dicho nadie pero yo sospecho que entré para apoyar la carrera y que hubiera más alumnos. Sea como sea entré, pero esa falta de conocimiento me hizo sufrir mucho a lo largo de la carrera, probablemente mi historia hubiera sido muy diferente si hubiera estudiado antes el profesional medio.

Además de tu trayectoria como compositor, has ejercido la docencia en universidades y de manera privada, platícanos sobre tu faceta como maestro

En los últimos semestres falleció el maestro Manuel Médeles, y mi maestro de composición Manuel Cerda me dijo que había la posibilidad de suplir las horas del maestro Médeles y eventualmente, una vez titulado, ingresar de manera formal a la universidad. Yo jamás en la vida me había planteado dar clases, honestamente tenía la idea de que da clases el que no puede, pero lo acepté con mucho gusto. Fue muy padre estar dando clases, pero al mismo tiempo muy complicado a nivel personal porque creía que daba las clases a como yo entendía o había entendido a través de los libros, el gran problema era esa inseguridad que tenía como músico y el miedo a reflejarla o incluso transmitirla a mis alumnos. Estuve dando las materias de armonía, contrapunto y análisis de las formas durante cinco años en el técnico y en la licenciatura, hasta que esa inseguridad me sobrepasó y opté por dejarlas.

A las pocas semanas ingresé a la Universidad Autónoma de Guadalajara como arreglista para la orquesta de cámara. Para mí fue maravilloso porque fue encontrarme con la faceta de la dirección, me gusta mucho y se me da bastante bien. Y después quedé dando clases de lenguaje musical, historia del arte, historia de la música y piano. La dinámica de la autónoma es muy diferente a la del departamento de música entonces ahí me quedé 10 años, pero como todo va sucediendo y la vida es cíclica, hace dos años me volvió a llegar una especie de crisis en relación con la docencia. Uno va descubriendo cosas nuevas y por lo pronto tomé la decisión de suspender dar clases hasta nuevo aviso.

La docencia para mi es muy importante, porque primeramente yo me formé dando clases, tenía que estudiar para transmitir algo, gran parte de mi formación fue porque di clases. Ahora que ya pasaron algunos años veo que hay muchos alumnos que ya van haciendo carrera y eso es maravilloso, ver hasta donde han dado frutos esas clases a través del tiempo.

¿Qué te motivó a descansar de la docencia?

En general me ha pasado varias veces a lo largo de mi vida, el darme cuenta que me hacen falta aprender nuevas herramientas y me parece que ya no es interesante ni sano para mí ni para el alumno el seguir dando las mismas herramientas que he estado dando durante los últimos años, sea el mismo alumno o sea otro. Yo trato de ser muy honesto con mis alumnos, llegó el momento en el que varios de mis alumnos de piano y de composición llegaron a un punto en el que yo ya les había dado todo lo que podía darles. Para mi fue una alarma el llegar a ese punto muerto con varios alumnos. Eso me dio la sensación de que era el momento de descansar un poco la docencia y seguirme preparando, adquiriendo nuevas técnicas y recursos. Así normalmente me sucede, empiezo a trabajar en adquirir nuevas herramientas y cuando siento que las domino bien entonces ya estoy abierto para volver a dar clases y compartir.

Cortesía: Abraham Calva dirigiendo

En tu primera obra, la sonata para viola y piano no te fue muy bien. ¿Que vino después en cuanto aprendizajes, instrumentos abordados y estilo de componer?

Ahí vuelve a salir la soberbia, más que la soberbia es la necesidad de ser visto. Acepto que tengo esa cuestión muy fuerte en mi vida, pero eso es lo que me ha hecho moverme. A la sonata le fue mal como a muchas otras obras de mi escuela. Justo el año en el que me titulo me llegó la idea – no sé de dónde la saqué – de que para ser visto y empezar mi carrera como compositor y dispararme a las grandes ligas tenía que ganar un concurso, cualquiera que fuera. En los correos que me llegaban por parte del departamento de la escuela veo uno de una convocatoria de un concurso a nivel nacional de danzones tradicionales. Nada que ver con música de concierto y lo que había visto en la carrera, danzón popular tradicional cien por ciento. Yo había tenido en una de las materias optativas de la carrera el curso de bailes de salón, fue maravilloso y nos enseñaron mucho de danzón entonces por lo menos sabía un poco sobre cómo se bailaba, pero no tenía la más remota idea de cómo se escribía ni sus características musicalmente hablando, pero dije: lo voy a intentar. me compré mis discos de danzones tradicionales – no había forma de conseguir partituras en ningún lado – lo escribí, lo mandé y gané el tercer lugar. Para mí fue muy padre porque fue el primer concurso que ganaba y el primer concurso en el que participé y con un género que no conocía para nada, y sobre todo ver que los ganadores del primero y segundo lugar son personas que yo admiro mucho y con una amplia trayectoria en el danzón. Fue padre haber quedado en los primeros lugares a pesar de todas las circunstancias que había en ese concurso. Esa obra en específico me abre otras puertas, irme un poco hacia la música tradicional, popular, las músicas folclóricas. Ese fue mi inicio, podría decir que fue mi inicio más en serio como compositor. De ahí vinieron otros danzones y dentro de la música de concierto siempre he tratado de poner un poco de ese conocimiento de la música tradicional.

Cortesía: "Entre danzoneros te encuentres" - Abraham Calva y Arturo Márquez

Además de este logro, ¿Qué más te ha impulsado a continuar componiendo?

En cuanto a concursos, al siguiente año, en el 2012 repetí tercer lugar en el mismo concurso con otro danzón. Ese mismo año gané una convocatoria a nivel nacional de la Asociación de Bibliotecarios para escribir el Himno al Bibliotecario. Quizás ahorita mi más grande orgullo fue ganar el segundo lugar en el premio Raíces de composición, concurso de la Orquesta Filarmónica de Jalisco y la Secretaría de cultura. Para mí eso fue muy significativo porque me veo como un compositor de música sinfónica, cosa que no es fácil, son pocas las orquestas y son muchas las obras. Una orquesta es cara, representa mucho dinero, entonces es complicado que tu obra llegue a ser interpretada. Para mi fue algo muy importante el poder escuchar mi obra con esa orquesta, en ese teatro, con ese jurado en específico y con los demás compañeros ganadores, fue un momento cumbre en mi carrera.

Aunado a eso, también he estado tratando mucho de apostar por becas y apoyos. Ha sido beneficiado por el Programa de Apoyos a Culturas Municipales y Comunitarias, por el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes y en dos ocasiones por el Programa de Estímulos para la Creación y Desarrollo Artístico. A través de instituciones y convocatorias he tenido mis impulsos, han sido mis trampolines porque es difícil vivir como compositor de la obra, me di cuenta de que a través de esas becas puedo apoyarme económicamente y poder hacer proyectos que a mí realmente me interesan.

¿Cómo vives tu proceso creativo? ¿Cómo comienzas a trabajar las ideas para cumplir los requisitos de la convocatoria y que a la vez sea algo que a ti te gusta?

Mientras más limitantes tenga, es mejor. Creo yo que mi creatividad se enfoca más en cómo voy a superar las limitantes que me están dando, porque si me dan carta abierta, no hago absolutamente nada, porque me pierdo en el mar de posibilidades. Me siento más a gusto cuando han sido obras comisionadas. Por ejemplo, con el himno ya había una limitante en cuanto al texto, estrofas, características del estribillo, eso me va dando ideas. Por eso me siento tan contento y soy muy feliz escribiendo danzones, porque el danzón es un cuadro, hablando estructuralmente, y con poquito que te salgas, deja tú que ya no sea danzón sino que los bailadores se te vienen encima.

Cuando no es una comisión, cuando es una obra que yo quiero escribir, trato de autolimitarme. En cualquier área, ya de entrada decir cuántos minutos durará me empieza a crear preguntas de cómo voy a rellenarlos. Quizás es demasiado tiempo y me pregunto cómo voy a llegar a que la obra dure tanto; o es demasiado breve y me pregunto cómo voy a callarme y limitarme cuando tengo muchas cosas que decir. A veces con la instrumentación y la orquestación, digo: tengo una trompeta, un violín y un serrucho ¿Qué puedo hacer con eso? Funciono mucho con las palabras, de alguna manera también busco inspiración en las palabras, les busco alguna connotación diferente o juegos de palabras que incluso a veces son los nombres de mis piezas.

Incursioné también un poquito en la pintura y a través de la pintura - que es diametralmente opuesta a la música - pero a veces me pregunto ¿Qué pasaría si esto lo traduzco a música? O viceversa, sobre todo en la forma de trabajar, en los procesos. Hacer esa traducción me ha servido mucho.

¿Cuál es tu visión sobre la música programática y la música pura?

Me ha tocado hacer de las dos. La música de programa más de manera inconsciente o más por imposiciones que porque realmente yo lo deseara. En lo personal, para mi tiene más peso y disfruto más escribir música pura, la música que existe por el hecho de existir. Como mencionaba, tengo la inquietud y me gusta mucho la arquitectura, entonces yo siento que esta música es arquitectura musical cien por ciento, es música que se construye con música. Pienso en Bach y en otros compositores que estuvieron trabajando casi exclusivamente bajo esa línea y me llama muchísimo la atención, es música que se construye así misma. En un principio estuve muy renuente a componer música de programa. Pero curiosamente, muchos maestros, colegas y público en general me han dicho que mi música es muy cinematográfica. Yo no lo entendía porque no había pensado realmente en nada al componer, de hecho, cuando compuse mi primer danzón yo no tenía en mente absolutamente nada, y el nombre que le puse fue el más comercial y el más hitero que se me pudo ocurrir, pero la gente se imaginaba que el nombre sugería de lo que trataba la obra.

Después de esos comentarios me di la oportunidad de empezar a trabajar música de programa, quizá la última obra que hice sobre eso fue una serie de piezas para viola y piano basadas en las cartas de la lotería. Para algunas cartas era demasiado fácil componer, por ejemplo, con el tambor ya por sí sola la carta suena, pero hay otras cartas como el cazo o el cantarito ¿Qué hago para que suenen? Entonces echo mano de la música pura.

Pero, sobre todo, algo que a mí me ha ayudado mucho a componer y que disfruto mucho es pensar en danza y en canto, más allá de contar una historia, narrar algo o evocar imágenes. Para mí, si mi música no canta o no baila ya me desconecto completamente. Es con lo que yo conecto de manera más inmediata con la música, si me da la necesidad de bailar o cantar, ya con eso, ese es el criterio básico para mí.

Si te pidiera seleccionar una cantidad reducida de piezas que nos permitan conocer a Abraham Calva, ¿cuáles serían?

Creo que la que sintetiza todo mi lenguaje o ideas sería Continuo, que fue la ganadora del concurso. En esa obra yo incluyo además de la música popular o folclórica, mi otra gran pasión que es el barroco, entonces ahí está mi manera de entender el barroco, de ahí el nombre de la pieza. Continuo se refiere más bien a los continuistas barrocos, los clavecinistas, los organistas que acompañaban o escribían la música de manera improvisada, casi como un músico de jazz contemporáneo.

Se va y se corre, para viola y piano es una obra muy importante para mí. Lo de la lotería realmente soy honesto y lo confieso, pero fue un mero pretexto para tener esa limitante, tengo que partir de algún lado. Esas piezas yo las consideré como ejercicios de composición, son piezas muy breves, máximo dos minutos cada una. En cada pieza hacía mi lista de lo que iba a contener y no podía salirme de ahí.

Otra pieza sería Plan de vías, para orquesta de cuerdas. Esta obra - creo yo - abre un nuevo periodo en mi forma de escribir, tengo muy claro que mis obras anteriores a esta tienen ciertas características, y todas las obras escritas de Plan de vías hasta la fecha ya traen un cotorreo totalmente diferente. Esta pieza habla sobre trenes, lo que me preguntabas de música de programa. Curiosamente hubo experiencias importantes en mi vida y pasando el tiempo me di cuenta que siempre había un tren o una vía de tren muy cerquita, entonces es una especie de homenaje a esos recuerdos.

Hablando de compositores en general, ¿Cuáles consideras que son tus influencias, a cuáles escuchas más?

Es como preguntarle a una mamá con muchos hijos a cuál quiere más, siempre te van a decir que a todos, yo a todos los compositores les saco algo bueno, los admiro y los disfruto. Pero, siempre te van a decir en privado que quieren más a fulano o a mengano.

Por orden cronológico Lully, porque él traía la beta de la danza super fuerte. Diría que Bach, pero la verdad es que no lo he llegado a entender al cien por ciento, me genera más preguntas que respuestas, pero creo que al final de cuentas crearte preguntas si es una influencia importante. Tchaikovsky es de mis favoritos porque al igual que Lully tiene la línea de la danza súper presente y su orquestación me gusta mucho. Ravel, Bartók y Leonard Bernstein. Prácticamente todos tienen la cuestión de la danza y del canto muy presente. Sí me gusta mucho la ópera, pero prefiero mil veces los musicales que la ópera, Bernstein tiene muy presente esa parte y ahorita es como mi crush en compositores.

Parte de lo que te motivó a ser compositor fue considerar al compositor en la cima de la creación artística musical, con la experiencia que tienes y el camino que has recorrido ¿ha cambiado esa visión?

Sí, sobre todo porque he incursionado en otros puntos. No solamente compongo, también me gusta mucho dirigir, he estado dirigiendo y es un trabajo totalmente diferente. Me ha tocado la oportunidad de ser intérprete, yo disfruto mucho tocar el continuo en el barroco, esa parte de improvisar la música en tiempo real me encanta.

Yo de por sí soy muy ermitaño, y como compositor uno trabaja solo, es un trabajo muy solitario, entonces cuando tengo la ocasión de colaborar con otras personas, ya sea dirigiendo, tocando o cantando, lo disfruto mucho. Esa pirámide ya se convirtió en un círculo en el que puedo estar interconectado, ya no lo siento como una jerarquía sino como un trabajo colectivo. Creo en la pirámide, pero es de la música de la que se desprende todo.

Proyecto Caos

¿Qué opinas del panorama actual para los compositores en Jalisco?

Es muy complicado. Yo a veces me pregunto si lo que estoy haciendo realmente tiene sentido, es decir ¿realmente es pertinente el trabajo del compositor?, del compositor de música de concierto o de música sinfónica. Hay un montón de orquestas en México que están en situaciones muy complicadas, hay noticias todos los días de problemas de presupuesto o políticos que ponen a las orquestas sobre la tablita. Yo entiendo que una orquesta es cara, muy cara. Es muy difícil de mantener y viéndola fríamente, una orquesta nunca va a ser redituable, nunca vas a sacar en la taquilla lo que necesitas invertir para pagar teatro, director, músicos etc. Yo siento que una orquesta es totalmente anacrónica, es un invento de hace 200 años y no sé si realmente le hable a la gente, no sé si las obras clásicas realmente le hablen a la gente. Por muy clásicas y mucho que hayan trascendido, hay un sesgo muy importante, como músico sí conecto, pero ¿y la gente que no se dedica a esto?

Como compositor, esa es la gran pregunta que me hago. ¿Mi trabajo es importante? En las condiciones económicas, políticas y el contexto de violencia ¿Realmente es pertinente el trabajo del compositor? La respuesta no la sé, viene más de una necesidad personal de hacerlo.

Somos muchos compositores, hay muchas obras nuevas y pocas orquestas, y las que hay tienen problemas de logística y de presupuesto. Muchas obras no llegan al estreno, y si llegan al estreno sabrá dios si se vuelven a tocar alguna vez. Sí pareciera un poco loco y muy absurdo el querer apostar y escribir música sin la certeza de que se va a tocar eventualmente.

Más allá de preguntarnos por universidades con buenos programas de composición, o por las oportunidades laborales que permitan hacer carrera y vivir dignamente como compositor, creo que más bien la pregunta es ¿Estamos conscientes los compositores de todo lo que conlleva nuestra carrera? Creo que en otros países la cosa estaría ligeramente mejor porque hay más voluntad de las instituciones, orquestas y gobiernos de acceder a la música nueva. Acá en Guadalajara sí ha habido mucho cambio, pero todavía existe la idea de no querer escuchar lo nuevo ¿Qué mejor que escuchar lo que se está componiendo ahora?, sí, que bueno seguir escuchando a Mozart, Tchaikovsky y Beethoven, pero tiene que haber un diálogo de la música nueva con el público y creo que aquí es un poco complicado, es muy competitivo y la competencia a veces es muy cruenta, poder acceder a esas grandes ligas con orquestas y directores es un proceso muy arduo.

¿Por qué seguir componiendo?

Yo me casé con una frase de Shostakóvich, él decía que comenzaba con su siguiente obra porque no estaba satisfecho con la obra anterior. Creo que todo en la vida tiene este sentido, cuando algo deja de ser reto se acaba. En una relación de pareja, si ya deja de ser reto estar con la otra persona y ya no hay nada que mejorar o ya no hay voluntad de superar algo ¿ya para qué seguimos? A mi me mueve mucho eso, acabo una obra y la disfruto, obviamente el ojo crítico lo tengo muy presente, tengo una larga lista de obras por corregir y revisar. Son esas pequeñas incomodidades que me dejan las obras las que me mueven, entonces a la siguiente va mi revancha y supero esos problemas, pero resulta que la obra nueva te presenta otros problemas que no tenías previstos, y así con las siguientes.

Yo creo que nunca me va a pasar, pero el día que escriba una obra y me sienta totalmente satisfecho y crea que es perfecta, entonces en ese momento voy a dejar de componer.

¿Algo que quieras agregar para concluir?

Hacer la invitación a que se acerquen a la música nueva, de cualquier estilo o género. Somos muchos compositores que estamos haciendo, bien o mal, música nueva y eso es lo importante. Dense la oportunidad de escuchar qué traemos en la mente los compositores tapatíos y jaliscienses.

Hacer ese ejercicio de contraste entre una obra de un compositor europeo, blanco, clase mediero, heterosexual del siglo XIX, al wey con situaciones y circunstancias totalmente diferentes. Habemos de todo y eso es lo que se me hace padre de la música nueva, está más abierta a nuevos puntos de vista y nuevos panoramas. Ya se está abriendo mucho el camino a las compositoras y a grupos étnicos, eso antes no sucedía. Como público hay que darnos esa oportunidad.


Antonio Díaz