Guadalajara, Jalisco.
El largometraje "Una Jauría Llamada Ernesto" de Everardo González se presentó en el marco de FICG 38 y en él retrata como, en ocasiones, las víctimas pasan a "victimarios al jalar de un gatillo".
El filme es el décimo del egresado de la carrera de Comunicación Social de la UNAM. La cinta es un viaje de exploración a las entrañas del eslabón más frágil de la cadena que son los niños.
El documental sigue el camino de los jóvenes llamados colectivamente “Ernesto”, tanto víctimas como sicarios, que en un momento determinado de sus vidas tuvieron acceso a un arma, la usaron para matar y pronto se convirtieron en parte de las muchas piezas del crimen organizado.
Everardo muestra a sus protagonistas siempre de espaldas. Eso ayuda a conservar el anonimato de los jóvenes que poco a poco comentan cómo empezaron en el sicariato, comparte.
"Hay que cuidar el anonimato y había que tomar decisiones distintas a la de borrar un rostro. El tomar esa decisión genera preguntas, ¿Cómo puedo contar una historia de adolescentes guardando su identidad? Es un delito portar armas y lo retraté".
Para el cineasta, otros de los puntos que tenía en mente desde la génesis del proyecto era no romantizar, ni hacer apología, pues Everardo considera que todos somos víctimas del sistema hasta que se decide jalar el gatillo.
"Creo que en una vida tan breve se es víctima y verdugo. En estos casos se es víctima de un sistema y una vez que se decide jalar un gatillo, pues se termina siendo también un verdugo y que requerirá tener consecuencias, por eso también en la selección de voces se procuró que no se construyera un proyecto que hablará desde la parte cínica o hiper sanguinaria, sino esta escalada que se va llegando, como jugando hasta que llega un día al punto de no retorno y entonces te puedes volver herramienta del crimen organizado".
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