Repensar a los hombres: el machismo como factor criminógeno
Curso El Machismo como factor criminógeno




Por Aarón Navarro Aguirre

Las condiciones de equidad género que hay en México y en el planeta están muy desbalanceadas. En el mundo existen unas circunstancias muy poco favorables para las mujeres en muchos ámbitos que van desde lo social hasta lo económico, cultural, político, religioso, etcétera. Ante este diagnóstico, múltiples asociaciones y movimientos han visto necesario tomar acciones que revisen el papel de los hombres y de las mujeres en cuanto al modo en que nos relacionamos.

Ayer se llevó a cabo el curso “El Machismo como factor criminógeno”, un acercamiento antropológico” en el Laboratorio de Innovación y Emprendimiento en el CULAGOS. Este curso que impartió el doctor Ángel Christian Luna Alfaro, invitó a los asistentes a repensar la educación que recibimos en el contexto familiar, escolar y sociocultural en el que vivimos, y considerar cómo este contexto está formulado para que sean los hombres quienes triunfen en aspectos que la mujeres no pueden debido a las circunstancias. O lo que más puntualmente señalaríamos como privilegios:

“Revisemos el ejemplo del compañero que puede sentarse en un short con las piernas abiertas en frente de mí. ¿Lo podría hacer libremente una compañera? ¿Cuántas veces nosotros como hombres nos cuidamos a la hora de sentarnos? Los hombres tenemos muchos más privilegios históricos, sociales y culturales en este mundo que nos tocó vivir. Y, entonces, a partir de eso, este curso también sugiere ir haciendo una revisión de lo que somos aún sin haberlo pedido. Por ejemplo: un privilegio más es el hecho de que a nosotros se nos aplauda siempre que tenemos encuentros sexuales”.

Se habló de la idea de que el sistema capitalista copta a los hombres y mujeres a pensar en un mundo hostil y cuyo mayor triunfo es el poder. La violencia hacia las mujeres ha creado espacios en donde la mujer es una fuente económica, donde es el hombre quien ostenta el poder.

“Nosotros tenemos el privilegio de que si estamos excitados sexualmente entonces tenemos el privilegio de comprar un servicio sexual. ¿A quién? A quien sea. ¿Cómo? Como sea”.

Lo preocupante de la situación de muchos hombres es que no aceptan que su condición es más privilegiada que la de las mujeres y conllevan a propagar la violencia de muchas formas.

“La forma en que ejercemos el poder y la forma en que violentamos todo lo que nos rodea. El conflicto sobre estos puntos es que pensamos que no somos personas violentas, pensamos que no ejercemos poder, y lo que regularmente les pasa en este tipo de experiencias educativas es que la gente sueña, sobre todo los machines mis compañeros, que no son machos”.