Zapatero de nacimiento




Por Luz Atilano

En un local de calle Francisco I Madero, entre Juárez y Constituyentes, el señor Germán Rodríguez Romo sostiene el negocio que desde hace varias décadas inició su padre: un pequeño taller de reparación de calzado.

Y es que, comparte, el oficio de poner suelas, coser, pintar y poner tapas a esos zapatos desgatados por el uso pero en los que sus dueños ven aún utilidad, lo aprendió desde muy pequeño.

“De zapateros estábamos antes ahí en la Juárez y allí empezó. Empecé yo a los nueve años porque estaba mi papá solo y yo estaba con él y empecé a ayudarle a los nueve años ahí de Zapatero. Él aproximadamente ya tenía más de 40 años de zapatero (cuando murió)”.

En el taller familiar, que continúa llevando el nombre de la calle Juárez, el señor Germán realiza todo tipo de reparaciones a los zapatos. En su estante recibe a diario los pedidos de la población laguense, y sobre todo de habitantes de comunidades rurales que acuden a la cabecera cada semana, como lo comparte al hablar un poco sobre su día a día:

“Aquí la entrada es a las nueve de la mañana, es corrido hasta las ocho de la noche, esa es la jornada. Luego luego llega uno haciendo parches, haciendo tapas, poniendo cierres a las mochilas, que es muy casual de todo lo de la escuela, que se les frieguen y nosotros se los arreglamos aquí. […] De antemano tengo más clientes de las comunidades, como viene siendo de la Unión, de Tlacuitapa… son las personas que recurren más aquí. Como lo regular, vienen de las comunidades los domingos, nosotros se los tenemos más tardar se los tenemos para los miércoles en la tarde, es cuando se los entregamos a las personas… o a veces duran ocho días para venir por su calzado”.

Desde luego, es el buen servicio y el trabajo de calidad lo que permite al señor Germán mantener su clientela. Y es que, además de los casi 30 años que ya tiene de experiencia en el oficio, para él ser zapatero es casi algo de nacimiento. Parece llevarlo en la sangre, dice, porque prácticamente toda su familia se ha dedicado al calzado.

“Y en verdad a mí me gusta mi trabajo, me gusta cómo se elabora y a la gente, a mis clientes, yo les digo que chequen el trabajo y si no les gusta, con gusto me lo hacen saber para volvérselos a arreglar. […] Mi papá, él me enseñó. Era mi maestro, yo tengo siempre el recuerdo de que me dijo que el añlumno tiene que superar, tiene que ser mejor que el maestro, es lo que me enseñó él a mí. […] Y mira, más que nada, como que se siente ya la sangre cuando viene uno ya de personas que son zapateras, porque mi mamá también trabajaba en un taller, de joven fue zapatera…”, comparte.