Un maestro contra el tiempo




Por Paúl Martínez Facio

Maestro de formación, estudió en la Escuela Normal Básica, la Escuela Normal Superior de Jalisco, así como en la Normal Superior Nueva Galicia, especializado en las materias de Español, Literatura y Ciencias Sociales. Cronista de formación autodidacta, oficio que aprendió siempre desde la práctica.

“Empecé yo a narrar lo que me contaban, la innata profesión, si le pudiera llamar, que no se le llama profesión, inclinación del cronista, el cronista narra lo que ve, lo que escucha, lo que le cuentan, si quiere refinar la información, se mete a los archivos, pero el cronista es más bien el transmisor innato de lo que sus cinco sentidos perciben, a su modo, así empecé yo”, comparte.

Maestro durante medio siglo, impartió lecciones en diversas escuelas de Lagos de Moreno y Encarnación de Díaz, lugar en donde avecindó durante muchos años, y donde también, gracias a su cercanía con Aguascalientes, entró en contacto con importantes personajes, de las que cuenta, aprendió el oficio de escribir la historia. Así lo cuenta el maestro:

La experiencia la recibimos de la vida misma, yo la experiencia la recibí del conocimiento ajeno. Viviendo en Encarnación, tuve una columna que sostuve durante muchos años, se llamaba Desde la Chona, después de 1970 para acá, cuando tuve ya la relación con estos grandes personajes, yo aprendí de ellos, que es otra forma académica de aprender”.

Esos grandes personajes de quienes aprendió el maestro Ezequiel, fueron nada menos que Salvador Azuela, Agustín Yáñez, Alfonso de Alba, Wilberto Jiménez Moreno, Aurelio Fuentes, Juan de Tercero, Alejandro Topete del Valle, entre otros. Esa formación extramuros que recibió mientras residía en La Chona, comenzó a aplicarla en los archivos de Lagos de Moreno, quedando de este modo, atrapado por la Historia, en una constante lucha contra el tiempo.

“La historia misma me ha empujado, y mejor dicho, el conocimiento ajeno me empujo a meterme más en los archivos, a meterme más en la entrevista de gente interesante, gente que aparentemente no dice nada, pero esos antiguos ancianos a veces ya abandonados en un rincón de su casa, tienen muchas historias, traté yo de entrevistar a mucha de esa gente. Con esto era una lucha, que ahora yo la considero contra el tiempo, que si no lo hubiera hecho de esa manera, se habría perdido”.

La historia es para el maestro una forma de conocernos, pues nos dice de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces. En su caso particular, él mismo se define como originario de la región, y como tal, ha compilado documentos no únicamente de Lagos de Moreno, sino en general del rumbo, de ahí nos comparte, además de sus obras publicadas, actualmente trabaja en un libro llamado Pinceladas de la Región, con estudios de San Diego de Alejandría, La Unión de San Antonio, Encarnación de Díaz, Ojuelos, Villa Hidalgo, Tepatitlán y Lagos de Moreno. Su obra dice, refleja también, el origen del maestro. Así nos cuenta Ezequiel su propia historia:

“¿Por qué? Porque sencillamente desde que nací yo creo que así fue mi vida. Yo nací en la Hacienda del Vallado, en Unión de San Antonio, a los dos días de haber nacido me mandan, como entonces se usaba, a registrar, me registran en La Unión, a los quince días me bautizan en San Julián, cuando mi madre cumple cuarenta días, la manda mi padre a su casa aquí a Lagos, a Santa Elena, entonces como te digo, yo soy del rumbo”

Cuando se le pregunta ¿cómo se ve a sí mismo como personaje histórico? Responde que no se considera del todo un personaje, sino más bien un invitado a lo que él llama, “el banquete cultural de Lagos de Moreno”; sin embargo, sonríe cuando se le hace notar que de hecho es ya un personaje de los principales en la historia de Lagos de Moreno y de la Región.