Los Azulitos, tierra de abundante agua




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Por Luz Atilano

Lo que ahora conocemos como la delegación rural Los Azulitos, fue en su momento parte de la hacienda de La Punta, que a su vez perteneció al mayorazgo de Ciénega de Mata durante el Virreinato. De acuerdo con Ezequiel Hernández Lugo, cronista local, de allí nacieron luego de la Revolución Mexicana, dos ejidos.

Los Azulitos eran parte de la hacienda de La Punta. La Punta tenía una extensión de 24 mil 326 hectáreas, nada más la hacienda de La Punta… y de ahí luego nacen dos ejdios: el de La Punta y el de Los Azulitos, señala.

Cuando el Mayorazgo se desvinculó, las tierras pasaron de mano en mano hasta que, luego de ser promulgada la Reforma Agraria, el 28 de octubre de 1934 vecinos “solicitaron dotación de tierra por carecer de lo indispensable para satisfacer sus necesidades económicas”.

Y aunque por petición de los propietarios de la hacienda, ésta se consideró improcedente, luego de que los afectados argumentaran que la hacienda, prácticamente ganadera y con pocas hectáreas de riego, no permitía que consiguieran con facilidad lo necesario para vivir, la resolución presidencial para la fundación de esta comunidad agraria fue suscrita el 21 de abril de 1937.

De esta manera, se entregaron mil 542 hectáreas de riego a 193 ejidatarios y, como comparte el señor Salvador Cortés, único con vida de aquellos que entonces recibieron las tierras, Los Azulitos surgió varios años después, cuando se solicitó una ampliación para el trazo del poblado:

“Allá duramos siete años, en La Punta, y este terreno fue la primera ampliación que se le dio al ejido, se le dieron 660 hectáreas, 600 de ajustadero y 60 para zona urbana. En el 43 se hizo una asamblea y se dijo que lo señores Madrazo, dueños del terreno, donaban, se lo daban al gobierno para que se lo entregaran al ejido… y el día primero de enero del 44 nos vinimos aquí a hacer adobes de esos, de tierra, y cada quien hizo un cuartito, una cocinita…”.

Como apuntan algunos textos del cronista Ezequiel Hernández Lugo, las tierras más próximas a la hacienda de La Punta eran destinadas en su mayoría al pastoreo y muy poco a los cultivos debido a sus tierras llanas y con pocas lluvias. Pero don Salvadror Cortés, que a sus 91 años de edad recuerda aquellos tiempos como si hubiesen ocurrido ayer, comparte que tanto él como su padre, Clemente Cortés, quién además fue jefe de armas en la defensa del ejido, recibieron tierras y comenzaron a trabajarlas con cultivos de maíz, calabaza, frijol y chile; pues a diferencia de en La Punta, el terreno del nuevo ejido los recibió con gran abundancia de agua.

Agua azul clara, no transparente, que le dio el nombre a la ahora delegación rural, se podía encontrar en manantiales y en ojos de agua en todo alrededor. Por eso don Salvador afirma que la riqueza de su comunidad se encuentra bajo la tierra, pues aunque el líquido ya no se aprecia como antes, las tierras esconden todo un acervo de ella.

Sr Salvador Cortés

“Fíjese que el primer año que se dio el ejido, había muy pocas yuntas para trabajar la tierra, y entre los ciento y noventa y tantos ejidatarios, esos bordos que tenemos ahí tenían agua y poníamos chilar… los dos primeros años con las yuntitas que había se prestaban para hacer todo el trabajo de toda la gente… entonces todos unidos, les prestaban la yunta: quien terminaba de trabajar le prestaba la yunta al otro para que siguiera trabajando. Y el primer año cuando se levantó la cosecha que se vendió unos compraron un caballito y otros otro, y se juntaron de a dos. Y al ratito ya, a los dos o tres años ya cada quien tenía su yuntita y cada quien se dedicó a lo de él… se sembraba muy poco porque teníamos muy pocas yuntas pero empezamos a trabajar y ahora la gente ya está bien, antes las casitas eran de pura tierra”.

Escuchar al ejidatario hablar de dichos años, nos lleva a imaginar tiempos de gran abundancia y crecimiento. Sin embargo, coincidiendo con varios adultos mayores originarios de Los Azulitos, don Salvador también lamenta que por los pocos apoyos al campo y por las pocas oportunidades de empleo en la comunidad, en la actualidad esas tierras que tanto costó obtener, ya no sean trabajadas como antes:

“Y ya la gente, como la juventud, esos ya tienen… y trabajan (en otros lados) y ganan dinerito, y ya los viejitos que quedamos somos los que trabajamos la tierra, pero al ratito ya no va a haber quien vaya a trabajar la tierra, la van a ir transformando en propiedades, van a venir empresarios, la industria… en eso va a resultar todo”.

Con una población mayor a los 5 mil habitantes tan sólo en su cabecera, son evidentes en Los Azulitos numerosos cambios con respecto a lo narrado por don Salvador. Sin embargo, él también señala que aún hace falta mucho por hacer; en cuanto a la historia de su fundación, comenta, sería bueno que tanto pobladores como laguenses en general se interesaran más, que preguntaran y que en honor a quienes lograron la conformación del ejido, se denominaran algunas calles con sus nombres.