Por Edith Sandoval

El cine y los libros son fiesta para José Miguel Becerra López, docente de Literatura y de otras materias en la Licenciatura de Humanidades del Centro Universitario de los Lagos, y a nivel bachillerato de algunas clases en el Colegio Monarca.

Andamos huyendo Lola, libro de Elena Garro, fue el objeto de estudio de su tesis, que le ayudó a titularse de la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Guanajuato.

Miguel Becerra expresa su sentir tras sus primeras actividades de escritor en redacciones, dentro del gremio periodístico en su natal Lagos de Moreno:

“Fue una etapa de aprendizaje porque por mi cuenta también elaboraba algunas notas sobre estudios de pintores, que también me gustan mucho, sobre escritores, sobre corrientes, que tienen que ver con mi afición a la lectura”.

También, habla de las otras disciplinas artísticas que más saborea:

“La pintura, la música latinoamericana, me gustan mucho, un caso en específico y en el cual actualmente estoy trabajando es Remedios Varo, una figura de origen español, una representante del surrealismo”.

De 2005 a 2007 Becerra López editó la revista cultural independiente Mientras Pasa la Tarde. Además, participó en las antologías La escritura y el deseo 20 autores de Jalisco (de la Universidad de Guadalajara, en 2009) y Un canto me demanda. Memoria de poesía laguense (por ediciones Papalotzi, en 2010).

Desde la trinchera de las letras, opina, faltan actividades que conecten a las regiones con los movimientos culturales que se viven en las capitales del país:

“El promover la cultura y promover las artes en las pequeñas ciudades, como los eventos de talla internacional como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara… deberían hacerse un poco más de conexiones, traer los libros también acá para que se exhiban”, dice.

Su amor por las letras viene por el ejemplo visto en su padre, quien disfrutaba de los libros. Las revistas, comics, periódicos y libros, fueron parte del ambiente familiar en el que el escritor se desenvolvió.

Fue en un periódico donde descubrió El Tlacuache, un taller de literatura que se celebraba los sábados en Casa de la Cultura, y lugar en el que encontró un universo vasto de escritores, miles de formas de sentir la vida, de entenderla, y sobre todo de escribirla. La literatura había tocado su alma en el año 1997:

“Empecé a buscar los libros que tenía guardados mi papá y me interesó muchísimo, creo que fue un importante descubrimiento consciente para mí”. 

La familia es para Miguel Becerra, el cauce que despierta su lado más humano.

Aire de invierno, libro de su autoría publicado en 2018, narra nueve relatos enfocados entre lo cotidiano y lo extraordinario.

El escritor laguense considera que perteneció a un grupo literario de edades muy dispares, marcando así una generación significativa de escritores en Lagos de Moreno, a la que bien podrían pertenecer Dante Alejando Velázquez, José Manuel González, Beatriz Ortiz, Rodolfo Redilla y Ángeles Aldana.

Su idea sobre la generación actual de escritores en Lagos de Moreno es la siguiente:

“Siento que como generación sí puede ser un grupo, entre los que se encuentran Román Villalobos, Paul Martínez, Aarón Navarro, Reyna de la Torre, Luz Atilano… me parece que es un grupo importante y muy compacto, además”.

Su percepción de la literatura, tras la senda de esta era digital que se vive en el mundo, es la siguiente:

“Pero al final seguimos siendo los mismos seres humanos, con los mismos sentimientos, con las mismas pasiones, con los mismo defectos, somos los mismos y la literatura trata de retratar esa complejidad interior que es el ser humano. Por eso yo creo que mis personajes se desenvuelvan en ambientes en los que vivo pero que están viviendo cuestiones que le pueden  suceder a cualquier persona en cualquier lado del mundo”.