“El ser humano vale, en cuanto es poseedor de un acervo cultural”




Por Paúl Martínez Facio

Alfredo Moreno González, oriundo de Unión de San Antonio pero laguense por vocación, nació un 11 de enero de 1929. Alumno de la maestra Petra Martínez, a quien cariñosamente recuerda como su “verdugo”, por sus “varazos de primera” y de quien recibió su primera formación, se trasladó más tarde a estudiar al Seminario Auxiliar de San Juan, en su sede de Lagos de Moreno. De donde regresó a Unión de San Antonio, sitio en el que no encontraría cabida para sus aspiraciones, pues lo que se le ofrecía ya no era, lo que su vocación le urgía. Así lo comparte:

“Después regresé una temporadilla a la Unión de San Antonio, ya no me hallaba, ya no me encontraba, ahí me pusieron a cuidar vacas y becerros y cosas que ya no se acomodaban a las aspiraciones que yo tenía, y eso me hizo emigrar a la Ciudad de México, en búsqueda de estudios sobre todo, ahí, tuve la oportunidad de ingresar a una secundaria nocturna, y a partir de entonces me convertí en un ave nocturna, en un verdadero tecolote, porque puros estudios nocturnos”.

En la Ciudad de México, se encontró con maestros extraordinarios, entre los nombres destacan, la literata, María del Carmen Millán, la primera mujer académica de la lengua, ocasionalmente también Agustín Yáñez, de quienes obtuvo su primera formación cultural, de donde pasó a la Facultad de Derecho, manteniendo una relación con esta destacada académica, consecuentemente, la filiación con la literatura y las letras, así como el gusto por el pasado de la nación y de la región. Más tarde, se mudó a Aguascalientes, donde compartió con otros destacados, entre ellos, Desiderio Macías, el poeta de la luz, así como al cronista aguascalentense Alejandro Topete, quien finalmente terminó por encaminarlo hacia la historia y la crónica. Posteriormente se trasladó hacia Lagos de Moreno, donde terminó con encontrarse con otros de su misma especie.

“Llegué yo a Lagos, hace ya como 55 años, y dicen que los de la misma clase o profesión, se huelen unos con otros y con esa afición, empecé a olerme con unos y con otros, con don Alfredo Hernández Terres, una serie de personas que en mi época me encontraba con afinidad y con mi gusto, y venía con mucha frecuencia, don Salvador Azuela, aquí en Lagos impulsó mucho la corresponsalía del Seminario de Cultura”.

Ya en Lagos, comparte, con cierto dejo de ironía, se encontró con diversas visiones sobre la historia de Lagos de Moreno, entre ellos algunos olvidados de la búsqueda de la verdad, sin embargo también encontró aquellos que no dejarían de influenciarlo, y de ser influenciados por el propio cronista.

“En esta situación, también me encontré la gran influencia del Padre, José Rosario Ramírez Mercado, que es un gran investigador y un gran literato de nivel nacional, elevado a internacional en algunos aspectos, y él, conociendo mi afición y abusando de la afición de él, me indujo, o casi me impuso, como compañeros que fuimos en el seminario, a que me dedicara a hurgar antecedentes o historia de Lagos en particular”.

Una vez acopiados los documentos necesarios, editaría la primera edición del libro Santa María de los Lagos, misma que no quedó libre de erratas, pero que más tarde sería re editado con las correcciones necesarias, en la que como él mismo lo menciona, intentó, a partir de los documentos encontrados, reflejar la historia de la villa desde su propia perspectiva. Sobre el futuro de la crónica en la región, Alfredo Moreno González comparte lo siguiente:

“Creo que la perspectiva es que deberíamos seguir formando jóvenes, que se avizore que les guste eso, para que se formen dentro de ese ámbito, y le sigan dando a Lagos ese brillo cultural y ese fundamento de elevación espiritual, porque el ser humano, para mí, vale fundamentalmente en cuanto tiene o cuanto es poseedor de un acervo cultural, es lo que le da mayor sentido, mayor elevación, un ser humano sin cultura, es un ser humano del montón”.

El también co-fundador, del primer Consejo de Cronistas de Lagos de Moreno, comparte que, todo lo que uno va descubriendo del pasado, te emparenta con esa historia, en su caso particular, rescata la producción cultural y literaria de Lagos de Moreno, tales como Mariano Azuela, Carlos González Peña, José Rosas Moreno y aquellos más, que estuvieron y están, pues el pasado nutre nuestro presente, con una base puesta siempre en la educación, para formar un pueblo fuerte y con perspectivas.