Por Roberto Castelán López

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El gorrión común, gorrión doméstico o Passer domesticus es el más abundante de todos los passeriformes en pueblos y ciudades. Quizá incluso, de todas las aves, superando a los zanates y a las palomas.

Sorprendentemente es una especie introducida en el nuevo mundo, originaria de Eurasia, como lo apunta la revista Audubon. Su capacidad de adaptarse a los espacios perturbados le ha permitido colonizar los nichos ecológicos de parques, templos, vecindarios, y convertirse en el elemento más abundante de la fauna en presencia del hombre. Sin embargo, en ecosistemas silvestres poco perturbados es menos frecuente que otros gorriones y, de hecho, no se le encuentra en el campo ni en el monte.

Esta especie presenta dimorfismo sexual, que se refiere a las diferencias físicas entre macho y hembra. El macho muestra una coloración gris en la cabeza con un antifaz y garganta negros y mejillas blancas. La nuca y dorso son rojizos con rayas negras, y el resto del cuerpo de un color gris predominante. Durante la temporada de invierno el pico suele ser más claro que en el verano. Por su parte, la hembra es similar al juvenil de esta especie, tendiendo a colores más claros, monótonos. No presenta la garganta negra, el dorso es café en vez de rojizo, mientras que su vientre es bastante más blanquecino.

Fotografía de Laure W. Neish, gorrión común

Se alimenta de insectos, semillas y frutas. Al igual que todos los gorriones posee un pico grueso y fuerte. Suele agruparse en grandes parvadas, y al igual que las golondrinas, prefieren desarrollar sus nidos entre las construcciones humanas, para mantenerse más cálidos.

Si nos alejamos de la ciudad y nos introducimos a los sitios agrícolas-ganaderos, encontraremos otras especies de gorriones muy parecidas, pero con ciertas características distintivas. Uno de los más abundantes, es el singular gorrión arlequín, Chondestes grammacus, que es ligeramente más grande, con un pico aún más grueso, un plumaje más claro, con parches auriculares cafés entre rayas blancas que salen del pico hacia la nuca.

Prefiere los pastizales o zonas de cultivo. Es capaz de agruparse en parvadas de cientos de individuos. Vuela bajo entre los arbustos de matorral xerófilo, consumiendo semillas de gramíneas y cazando insectos pequeños.

Sea en la ciudad o en el campo, los gorriones son un ejemplo de éxito adaptativo entre las aves, ocupando un nicho en casi todos los ecosistemas. Las especies son difíciles de identificar a la distancia, pero con el tiempo, uno puede detectar diferencias y darse cuenta de la enorme variedad que existe detrás de la evocativa figura del pájaro común.