El derecho a la ciudad




Por Paúl Martínez Facio

Un común denominador en las agendas públicas al respecto de las nuevas concepciones del urbanismo reciente, es la búsqueda de producir ciudades incluyentes. En términos generales, esto significa: generar espacios urbanos que sean accesibles para todos los habitantes.

Y es que uno de los sectores en los que se presenta un sensible retraso en materia de inclusión, son las personas que tienen alguna discapacidad; situación que se ve reflejada desde el hecho de que actualmente en México no se cuenta con un registro preciso acerca del número de pobladores que padecen alguna discapacidad: la cifra se calcula entre el 6 y el 10% de la población, tomando en cuenta una serie de factores, tales como la percepción social que se tiene de este sector, las dificultades prácticas de movilidad para que puedan tener presencia en la vida pública o sencillamente el desconocimiento de los mecanismos adecuados para registrarlos.

En el caso de Lagos de Moreno, ha sido a recientes fechas cuando se han comenzado a tomar cartas en el asunto, dando inicio a un registro que todavía está en proceso de ser completado. Sobre sus avances, habla Victoria Martínez Sánchez, coordinadora de Discapacidad del Sistema DIF Municipal:

«Ahorita se está realizando en la zona urbana, pero no vamos ni a la mitad, son demasiadas colonias, en concreto la cantidad exacta no la tenemos, en porcentajes la variante de alguna discapacidad sí, porque ahí se va arrojando cuál es la más común y la causa, eso sí lo tenemos más definido».

Uno de los factores que más dificulta esta labor, es el hecho de que las personas con discapacidad son poco visibles, pues la mayoría se ven constreñidos a los espacios domésticos.

«Son más las personas con discapacidad que están en casa, por mil razones que las que ya estamos de alguna manera, en este caso nosotros que ya estamos en el campo laboral, pero las encuestas nos arrojan que del 10% de la población que tiene discapacidad, la mayoría está en casa», añade.

Aunque optar por permanecer en casa debería ser una decisión individual, en la que se ejerza el derecho de hacer y utilizar la ciudad en todas sus posibilidades, para el caso de las personas con discapacidad, ante la disyuntiva entre quedarse en casa o salir a la calle, tienen que considerar factores que no siempre atañen a lo individual.

«Es un enclaustramiento derivado de que la ciudad no es incluyente, de que la familia tiene miedo de sacar a sus familiares o de que salgan solos, o de que no tienen una preparación, no han estado preparándose, por ejemplo los que son ciegos en el braille o en el manejo de bastones, de conocer las calles», señala Rosa Zarate Cedillo, directora del Sistema DIF en el municipio.

Por su parte, la coordinadora de Discapacidad indica lo siguiente

«Si a eso le sumas la indiferencia de la sociedad, las calles que no están adaptadas, los negocios que no están adaptados, entonces dices “bueno pero ¿para qué salgo?”. Si Lagos no está preparado para que yo pueda ir tranquilamente a un cine, para que yo pueda tranquilamente ir a tomar un café, para que yo vaya al mercado… El factor importante es la familia, pero de ahí vienen más detonantes que hacen que la persona no tenga esas aspiraciones de buscar oportunidades de crecimiento», indica.

La construcción de una ciudad que verdaderamente incluya a todos sus habitantes, más allá de la infraestructura básica, requiere de involucrar a la totalidad de su población no sólo en el uso que le damos a los espacios públicos, sino también en el modo en que construimos las ciudades desde nuestros espacios privados; la toma de conciencia que demostramos al momento de instalar un negocio, construir una casa, exponer productos o publicitar servicios. Con respecto a la sensibilidad que los laguenses tenemos hacia los otros, Leticia Hernández Villalpando, presidenta del Sistema DIF, apunta lo siguiente:

«Como sociedad nos falta mucho, aceptar, prepararnos en el tema, asimilarlo y ser respetuosos en el tema, porque una vez que tú tienes conocimiento, pero por no nivelar tu piso, de tu casa, o gastar un poquito más, se te hace fácil dejar un escalón, o simplemente dejar tu banqueta mucho más arriba o mucho más abajo, que eso ya limita la movilidad para las personas con una discapacidad».

Una sociedad inclusiva no implica únicamente un cambio en la infraestructura que la compone, sino que esto es, en buena medida, la respuesta visible de un cambio en la concepción que la sociedad tiene de sí, en la que se consideran todas las personas que la componen.