Conservando la tradición de la artesanía de tule




Por Luz Atilano

Originario del pueblo de San Juan Bautista de la Laguna, y fiel conservador de la tradición del trabajo artesanal en tule, el señor Vicente Nolasco se dedica a la elaboración y venta de objetos a base de este material.

Orgulloso hijo de don Martín de Santiago Vázquez, aquel artesano reconocido del pueblo, quien murió hace apenas poco más de un año y cuyo nombre se ha dado a la Casa del Artesano, don Vicente trabaja para la conservación de esta noble labor:

«Pues estoy empezando lo que dejó mi papá, pues estamos en eso todavía y estamos empezando a continuar todo eso que dejó mi apá y vamos a seguir chambeando nosotros. Yo aquí tengo mi tallercito en San Miguel I».

Don Vicente está por cumplir 70 años y desde los 8 practica el oficio, aunque comenta que por diversos motivos un tiempo se retiró para dedicarse a la obra y a la elaboración de tabiques en su querido pueblo de La Laguna. Sin embargo, con el objetivo de recuperar una tradición que parece ya concentrarse en unas pocas personas, volvió a él desde hace dos años, con la firme intención de dedicarse a esto de lleno desde ahora.

«Para mí sí es importante porque sí me gusta a mí chambearle, trabajarle, pues. Me enseñé a muchas cosas como agarré el material, pues sé hacerlo, cargarlo, quemarlo y todo, en la obra… y luego después me cambié a hacer leña, varios años pero ya me aburrí de andar en el cerro y pues dije “ahora voy a seguir esto”, y ya le digo, para mí es bonito esto».

Junto a otras personas que lo apoyan en su taller desde hace un año, fabrica petates de todos los tamaños, sopladores, tortilleros, canastos, figuras de caballitos y burritos que fungen como adornos y que atraen a las personas. Don Vicente comparte que su trabajo, como lo hizo el de su padre cuando vivía, ha llegado a varias partes de la República e incluso a Estados Unidos. Con algo de nostalgia, lo recuerda y reitera, será él quien continúe el oficio:

«O sea que con mi papá, íbamos hasta Zacatecas (a Jerez), Aguascalientes… íbamos a la feria, a Querétaro, a Celaya y a San Miguel de Allende, a Guanajuato hasta el pípila y luego bajábamos. Todo eso andábamos, todo eso, también en León Guanajuato… y no vamos a dejarlo».

El trabajo del artesano inicia desde la recolección del tule en la Laguna, tarea para la que requiere entrar al agua. Luego de tenerla consigo, pone a secar su materia prima que, comparte según cómo esté el sol, llega a tardar entre ocho y quince días para lograr la forma que él requiere.

Una vez logrado su objetivo, don Vicente dedica todas sus tardes, hasta entre las 10 u 11 de la noche, para tejer y fabricar todo tipo de figuras. Las mañanas y hasta al medio día los dedica a la venta de sus artesanías en el centro histórico de nuestro municipio.

Comenta también, afortunadamente su trabajo se sigue consumiendo y es por ello que espera que el oficio se conserve, pues ya no son tantos los que se interesan en aprenderlo.