El arte plumario de Manuel Franco, artesano




Por Tatiana Sánchez

Trayectoria

El señor Manuel Franco Elizondo, oriundo de Lagos de Moreno, es uno de los pocos artesanos que siguen ejerciendo su profesión. Fue en el año de 1947 cuando empezó a trabajar en un pequeño taller donde realizaban la artesanía que luego se convertiría en su fuente de ingresos.

Por más de sesenta años ha realizado distintos modelos de charolas y cuadros con materiales como plumas de aves, pintura y popotillos. Las primeras ventas que realizó don Manuel fueron en el municipio vecino de San Juan de los Lagos, para luego extenderse hacia Guadalajara y Tlaquepaque.

Después de trabajar durante seis años en uno de los tres talleres con los que contaba Lagos, decidió independizarse en el año de 1953. Al principio contaba con un solo ayudante, pero conforme fue consiguiendo más clientes y su taller llegó a contar con más de veinte trabajadores.

«Cuando tuve el taller con veinte personas salía un promedio de 30 o 35 piezas diarias, yo salía cada quince días a vender personalmente con mis clientes, llegue a hacer envíos por ferrocarril o por expreso que se usaba más antes. […]Para eso yo tenía muchos empleados, unas muchachas hacían los pajaritos, otros tejiendo otros dibujando y yo concretándome a vender la producción».

Alrededor del año 2000, el taller del señor Franco cerró sus puertas, pero eso no implicó que dejara de trabajar con el arte plumario. Hace tres años se integró al grupo de artesanos que forman parte de la Casa del Artesano, lugar en el que se comercializan todo tipo de artesanías laguenses.

Proceso de elaboración

Charola de arte plumario

Una Charola de plumas conlleva mucho trabajo: primero se debe juntar el material necesario, el señor Franco comenta que los popotillos con los que se enmarca la charola se sacan del árbol del sauce, en la actualidad los consigue con una familia de granadillas quienes los recolectan en ciertas temporadas del año.

Luego de que se juntan los popotillos, las plumas, madera, pintura, vidrio y clavos, inicia la elaboración. Don Manuel comenta que en un tiempo su taller contó con más de veinte empleados, los cuales se repartían las tareas, él se encargaba de coordinar la venta de los productos terminados.

Entre los lugares en los que se comercializaban los productos estaban: Guadalajara, Querétaro, Michoacán, Tamaulipas, Coahuila, Ciudad Juárez, Tepic, San Luis, Sinaloa, Mexicali, Tijuana, Puebla, Cuernavaca, y el D.F., ahora Ciudad de México. Cabe resaltar que los productos llegaban al extranjero, como nos lo menciona Don Manuel.

Charolas de arte plumario

«Me siento muy orgulloso, le pregunté a una persona, ¿para dónde va esto? “Pues va para España”. Total que mi artesanía anda en España, Perú, Argentina, Londres, hace diez días me compraron una pieza que iba para Estambul, entonces yo me siento muy orgullo que mi artesanía anda en otros países».

A pesar de que en la actualidad ya no cuenta con el taller y la demanda de su producto no es la misma, el artesano  comenta que se siente muy orgulloso de que su trabajo siga siendo reconocido a nivel mundial, pues eso lo motiva para continuar realizando sus artesanías aunque las ganancias no sean muy buenas.

Reconocimientos

Gracias a su agilidad, responsabilidad y compromiso con el trabajo artesanal, Don Manuel ha sido reconocido en varias ocasiones a lo largo de su vida. En el último año ha recibido dos reconocimientos, el primero el día 19 de marzo del año en curso por parte de la Presidencia Municipal en coordinación con la Dirección de Turismo, y otro por parte de la Casa del Artesano a la que pertenece hace algunos años.

Para don Manuel, el ser reconocido por su trabajo es el mejor pago que puede recibir; a pesar de que ya no hay quienes quieran aprender el oficio, se siente satisfecho con el trabajo que ha realizado por más de sesenta años.