El tango, patrimonio cultural de la humanidad desde el 2009, vive y sobrevive gracias al oxígeno que le suministran los jóvenes uruguayos.

“No bailamos el tango del 40, del 20, del 10, bailamos el tango de lo que somos hoy”, dice la profesora uruguaya, organizadora de milongas y bailarina de tango, Natalia Mazza, en una charla con el periodista Leonardo Galante.

La joven bailarina lamenta que cada vez haya menos espacios para bailar tango y quienes se atreven a abrirlos, claudiquen ante la falta de apoyos.

En contraparte, celebra el entusiasmo de las nuevas generaciones apasionadas por este género nacido en el Uruguay, que como ella, no solo lo mantienen vivo en su país, también en el extranjero donde llevan este espectáculo.

“El tango es una danza de improvisación que nunca para”, afirma Mazza al destacar “un auge” de bandas nuevas de músicos que crean y recrean el tango en el Uruguay.